Opinión

Egoísmo empresarial

Las grandes empresas, comenzando por la banca, han llevado a cabo costosas inversiones en digitalización. Esas inversiones se recuperan con el recorte de plantillas en pocos meses. Ya han pasado muchos meses y la atención al cliente es muchísimo peor. El cliente es ese tipo que paga un servicio, o una póliza, o lo que sea, gracias al cual los accionistas de la compañía se reparten beneficios.

Cuando falla la página digital, y acudes a un medio tan analógico como es el teléfono, estás perdido. Por supuesto no sabes la extensión adecuada y, por supuesto, tu problema no está catalogado en el robot, porque te contesta un loro-robot, que te demuestra que eres un extravagante que no estás en el catálogo de consultas que ha confeccionado el programador del robot.

Si eres periodista y tienes interés profesional por algún asunto, la mayoría de las grandes compañías tienen un departamento de prensa, que se parece por su secretismo, más a un servicio secreto de seguridad que a un departamento de comunicación.

Esas mismas empresas egoístas, que no te han recortado ni un euro por sus servicios aliviados de cuantiosos costos de personal, te pueden llamar a tu teléfono móvil para ofrecerte la atención que, luego, cuando falle la página digital, nunca te darán. Por cierto, esta vez no es un robot, sino un trabajador contratado, que no tiene culpa de su intromisión en la vida privada ajena, y al cual yo le pregunto por el teléfono del móvil del presidente del consejo de administración, del consejero delegado o del director general para poder estar en igualdad de condiciones, y poder llamarles yo y ofrecerles mis servicios como escribidor, a cualquier hora del día más o menos razonable.

Me parecen dos abusos inadmisibles: la compra y venta de nuestros datos y de nuestros números de teléfono, y el desprecio que les merecemos los clientes, que somos quienes pagamos los sueldos de los dirigentes de estas empresas tan grandes en beneficios como en egoísmo.

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