Opinión

REUNIÓN DE AMIGOS EN NAVIDAD

Quiérase o no, la tertulia en todo el mundo nació hace muchos años, la mayoría en encuentros informales principalmente entre gentes de letras en los que se hablaba sobre arte, literatura, política y temas locales. Una tertulia de buen nivel suele ser instrumento de formación de primer orden, y lo primero que se aprende en ellas es tolerancia y sentido crítico. Vinculadas normalmente a acontecimientos históricos y artísticos, las tertulias sirvieron muchas veces como pretexto de conspiración política, como fragua de ideas, como estímulo de proyectos de renovación estética, como centros donde se conforman nuevos movimientos literarios. Así eran, en general, y siguen siendo, las tertulias. En varias ocasiones he escrito algo sobre tertulias, en especial las que hay actualmente en el Liceo; pero hoy, dadas las fechas entrañables de Navidad, quiero dedicar un recuerdo y unas letras a una pequeña y modesta tertulia que, bajo el patrocinio del médico don José Fernández, funcionó como correspondía.


Durante muchos años, el día 25, precisamente de Navidad, un reducido grupo de la tertulia del Liceo de Ourense nos reuníamos en el despacho de la clínica del médico José Fernández Rodríguez, de que era titular en un edificio de la rúa del Paseo de nuestra ciudad. Allí, casi todos encorbatados, se hablaba y discutía con libertad de lo divino y de lo humano ?incluso en tiempos del régimen franquista-; sobresalía siempre, como era natural, el tema político. Al final de la reunión, como detalle curioso e inolvidable, previa votación de todos los asistentes se adoptaba el tradicional acuerdo sobre lo que se suponía iba a ocurrir políticamente el año entrante. El acuerdo se pasaba seguidamente a texto definitivo y se introducía en un sobre que se abría el 25 de diciembre del año siguiente. Y a veces la sorpresa, una vez abierta la plica, era mayúscula.


Sea como fuere, allí concurrían el doctor José Fernández, como anfitrión, el fiscal-jefe de la Audiencia Fernando Seoane, los hermanos Quesada Porto (que siempre daban a conocer los últimos chistes alusivos a la política del régimen), Carlos Casares, Juan Raposo Picón, el ex alcalde Miguel Riestra París, Julio Alonso-Losada, los hermanos Gerardo y Pepe Sueiro, José Carlos Martínez-Pedrayo, el secretario de la Audiencia Fernando Díez, Pepe Nieto Puime, César Soto Velasco y Manuel González López. Algunos de estos amigos están ya en el río de la eternidad. A todos se les sigue recordando con mucho afecto. La reunión comenzaba siempre a las doce del mediodía, y concluía alrededor de las dos de la tarde. Aunque sorprenda un poco, todo el mundo era puntual. Puntualidad inglesa. El anfitrión nos obsequiaba con un espléndido lunch, sobresaliendo siempre los excelentes vinos de marca, españoles y extranjeros.


Precisamente, en el año 1718 se fundó la Real Academia Española en la tertulia dirigida por Juan Manuel Fernández Pacheco. La Fontana, como la nuestra, hace pocos años funcionaba todavía en la calle Vitoria, de Madrid, cuyo café dio nombre a una novela de Pérez Galdós. Y en 1820 se creó el Ateneo Científico, Artístico y Literario de Madrid.


Ourense sigue siendo una ciudad con infinidad de tertulias, aunque a través del tiempo, y por razones obvias, muchas fueron desapareciendo.

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