Opinión

Estibadores, la costa es nostra

Muelles de Brooklyn, 1940. Los hombres de Anastasia, uno de los jefes de la Cosa Nostra, se adueñan del sindicato de estibadores y lo pone al servicio del “Capo di tutti capi” Salvatore Maranzano. El Nueva York de la Mafia: Masseria, Gambino, Genovese, Luciano, Costello, Lucchese, Bonanno. Agosto de 2005. Muelles de Valencia. Huelga de estibadores. Una madrugada calcinan 24 grandes camiones y sus contenedores. “La Ley del Silencio”, 1954, es inspiradora. Marlon Brando, Cosa Nostra. En los puertos españoles esos trabajadores imponen su ley. 

En Valencia ganan ahora, naturalmente, 160.000 euros anuales de media. Son los amos y la izquierda del Parlamento español, e inesperadamente el neoliberal Ciudadanos, le han permitido seguir este jueves como el último sindicato fascista, el corporativo, vertical y preconstitucional. Gente dura. Si se irritan no hay estiba; algún capitán, contramaestre o consignatario protestón ha quedado descalabrado.

 El estibador es la riquísima aristocracia obrera. Reliquia de cuando estibar barcos exigía cuerpos gigantones que embarcaban en pocas horas miles de toneladas a hombros. Ahora su fortaleza es innecesaria. La tecnología de los contenedores hace el trabajo, pero al estibador le disgustan telemandos y ordenadores que demuestran que sus salarios son exagerados. Premio guerracivilista a los falangistas, su puesto de trabajo pasa de padres a hijos. “Por nuestros padres, por nuestros hijos”, es su lema. La Famiglia. 

Salvatore Maranzano, que fue más poderoso que Al Capone cuando estaba vivo, era el héroe sindical para uno de los jefes de la revuelta de Valencia. Con la izquierda y Ciudadanos protegiendo esta estructura y un gobierno en minoría, la salida será mala.
Nota: buena parte de esta crónica está inspirada en la que el cronista publicó el 5 de agosto de 2005, hace casi doce años. Seguimos igual.

Te puede interesar