Opinión

Islamistas y separatistas

Lo mejor que puede pasarle a España es que Israel, la ya amenazada Jordania y los países del norte de África se mantengan como freno del avance yihadista que eclosiona entre Siria, Irak y varios países que tocan el Sahara, y que tiene como objetivo cercano Marruecos.

Los llamamientos a la yihad de los sunitas más fanáticos para establecer la umma, comunidad de los creyentes, y el califato que gobierne las tierras conquistadas o atemorizadas, está llevando a muchos musulmanes de todo el mundo a combatir para volver a sus países como células más o menos durmientes, exaltados rápida y “milagrosamente”, dicen ellos. También van desde España, donde ya se ha detenido a decenas, aunque no se sabe bien cuántos están libres y de qué apoyos disponen.

Debe recordarse que los atentados del 11-M de 2004 se preparaban desde 1999, cuatro años antes de la guerra de Irak: sus inspiradores soñaban con la reconquista de Al-Andalus, que es España, incluida Cataluña, donde numerosos musulmanes apoyan el separatismo de Mas y ERC.

Gobierno y PSOE no quieren alarmar informando del peligro; deberían hacerlo, recordándoles que España es un objetivo clave de un yihadismo, amparado en la taqiyya, el derecho a disimular aparentando pacifismo, que hace de ETA una pequeñísima banda de criminales.
Cualquier régimen del mundo musulmán puede caer por la presión creciente de los fanáticos, y nuestra libertad y existencia individual pueden desaparecer si se acercan, ayudados por el terrorismo y por los aliados internos. Los Don Julián contemporáneos son ya visibles entre alguna izquierda, los antisistema del cuanto peor, mejor, y los nacionalismos autistas.
Los separatistas están desangrando esta España cansada y desmoralizada, incapaces de asimilar, en su egolatría, que la yihad ataca primero a los más divididos.

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