Casi todos los españoles conocen a Santiago Niño-Becerra, catedrático de Estructura Económica de la universidad Ramón Llull de Barcelona, por sus libros y apariciones televisivas en las que anuncia que durante décadas seguirá el elevado paro en España “porque sobra población activa”. Ningún empresario, sindicato o político se ha atrevido a decir algo tan duro que, de ser cierto, es desmoralizante: unos cinco millones de los 47 millones de españoles nunca encontrarán empleo.
Niño-Becerra, de 63 años, ha acertado varias veces en sus vaticinios, como cuando anunció en 2004 la crisis de 2010, que en realidad estalló en 2007, y en la que estamos aún. También ha cometido errores, como el de anunciar una caída del PIB del 20 por ciento en 2011, y que durante toda la crisis hasta hoy fue de un tercio de esa cifra. Pero, que sobra población activa parece más una afirmación lógica que el vaticinio de especialista. Porque, observemos lo que nos rodea, usamos o vestimos, desde nuestros aparatos como el móvil o el ordenador, o algunos de nuestros muebles.
Curioseemos analizando a quienes prometen o exigen trabajo para todos, los sindicalistas y los políticos: sus coches oficiales, esos Audi de 130.000 euros, o sus pantalones y polos importados. Marcas prestigiosas, aunque ya son todas Made in China. Y los ciudadanos normales, observemos nuestras etiquetas: si no son chinas, son de Bangladesh, Tailandia u otros países del tercer mundo.
Compramos esos productos porque son baratos. Mucho más que los españoles que se fabricaban aquí, que daban trabajo antes, y que ya no existen porque sus factorías, ante esa competencia, han cerrado y dejado a sus empleados en ese paro perenne e inamovible. Sólo las patatas que comemos suelen ser españolas, aunque ya aparecen muchas polacas, francesas...
