Opinión

Asoma el verano

Verdad es también que en estas campañas de demolición de lo antiguo se corre peligro de pasarse y acabar con el respeto y las buenas costumbres necesarias

Asoma el verano y da la impresión de que se está poniendo a punto y utiliza en régimen de entrenamiento intensivo estos días de espantoso calor fuera de temporada para que vayamos preparando el cuerpo con vistas a lo que nos espera. El verano es época de relajo y exhibición, las nuevas condiciones climáticas se han empeñado en suprimir dos estaciones como otoño y primavera que gozaban de una particular estimación y mucho cariño popular, y ahora ingresamos en la época estival viniendo de la lluvia sin descanso intermedio. Entramos de sopetón y sin paracaídas.

El verano por tanto se ha extendido y eso tiene sus argumentos a favor y sus argumentos en contra. Hay tantos argumentos a favor del verano que solapan aquellos que cuestionan sus virtudes, pero a estas alturas de mi película en la que hace tiempo que colgué del perchero el cultivo del encanto personal en calzoncillos y un cierto acento exhibicionista escondido en lo más hondo de mi condición de tímido irrecuperable, estoy dispuesto a sugerir algunos términos en el debate y  poner sobre la mesa un par de ideas que quizá nos puedan guiar hasta las necesarias reflexiones sobre escenarios que también tienen lado cuestionable. Yo por ejemplo, cada vez soporto peor el posado de las famosas y los famosos en sus redes sociales que posteriormente se trasladan a las revistas que operan en este pequeño mundo de guapos y guapas. Sinceramente me tienen hasta la coronilla y lo peor de todo es que a la tabarra del famoseo haciéndose selfies supuestamente íntimos en la playa, en el gimnasio, en la terraza del chalé o en el cuarto de baño hay que añadir la duración del periodo. Le está pasando a este recital de atardeceres piscineros, pieles cobrizas, modelos exclusivos y cachas, lo que a las luces de Navidad. Que  se ponen cada vez más pronto y se retiran cada vez más tarde de modo que se hacen eternas.

La cada vez más instaurada obsesión por prescindir de la etiqueta es verdad que ha permitido relajar el protocolo, acosar la altivez y convertir en pasto del olvido los famosos veraneos norteños de pompa y circunstancia. Pero verdad es también que en estas campañas de demolición de lo antiguo se corre peligro de pasarse y acabar con el respeto y las buenas costumbres necesarias. Apuntemos esta idea y reflexionemos sobre el peligro permanente de este país. O calvo o con tres pelucas.

Te puede interesar