Las cosas como son, a Pedro Sánchez ha venido a verlo Dios en forma de la presidenta europea, Ursula Von der Layen, la discreta ginecóloga belga de apariencia angelical criada entre las élites, estudiante de Arqueología, Economía y Medicina al final, representante del CDU, y varias veces ministra del gobierno alemán que preside Angela Merkel. El presidente no está pasando lo que se dice momentos felices y, sin embargo, se han sucedió algunos acontecimientos que han contribuido a dulcificar un gesto que se le había puesto más duro que el nudo de la corbata.
A ello no solo ha contribuido la excelente nota que le han dado a su plan de recuperación económica los políticos europeos sino los empresarios catalanes refrendando los indultos. Y más que nadie, el presidente de la CEOE, al que también se le ha aparecido el Señor como se le apareció a Moisés, y le ha otorgado como mandato que desarrolle un discurso sembrado de inconsecuencias para hacer cuerpo con el núcleo duro del empresariado catalán, se meta en camisas de once varas y luego no sepa cubrirse las espaldas ante la fracción de los que preside y que consideran los indultos como una monstruosidad que también existen. A Garamendi no se le ha ocurrido otra cosa para tratar de exculparse, que apelar a la necesidad de que el proceso se desarrolle con arreglo a la Constitución, sin pararse a reflexionar que es precisamente la Constitución la que permite al presidente del Gobierno aplicar unilateralmente y bajo su única responsabilidad, la prerrogativa del indulto. El indulto ha sido informado en contra por el más alto tribunal de la nación pero no es vinculante. Por tanto, o Garamendi se ha hecho un lío o se ha significado en un debate que no le corresponde. El caso es que ha improvisado un nuevo balón de oxígeno para el presidente que se lo agradecerá de veras.
El tercero se lo acaba de proporcionar el fiel y leal Félix Tezanos con una nueva cata de sus impagables encuestas en la que mantiene al PSOE con idéntica ventaja sobre el PP que hace meses pase lo que pase. Después de los estudios demoscópicos de Madrid no está el CIS para que le hagan mucho caso, pero a este señor todas esas cosas le importan un nabo. En sus prospecciones, el PSOE le saca casi cuatro puntos al segundo clasificado y eso Sánchez lo agradece mucho.
Que sea verdad es otra cosa.
