Opinión

Cuestión de acentos

Los británicos, que tras vivir de convencionalismos y represiones en la época victoriana, hicieron la revolución social tras la guerra y se liberaron de muchas de sus ataduras, mantienen sin embargo muy potente el concepto de reparto basado en las peculiaridades que se advierten en la pronunciación de su idioma. Los acentos, los localismos, el modo de expresarse definen no solo el lugar geográfico del que se expresa sino, y muy especialmente, su clase social.

Pero esta servidumbre que identifica modo de hablar con status es mucho más laxa y permisiva a la hora de catalogar los acentos regionales, de suerte que, al contrario de lo que ocurre entre nosotros, nadie se lo toma a mal si se caricaturiza o se hacen bromas de la forma característica que emplean para comunicarse sus habitantes. Una reciente encuesta acaba de concluir que los británicos consideran a los naturales de Liverpool y la comarca del Mersey los más ininteligibles en todo el Reino Unido. Un 37% de los encuestados proclaman que apenas se les entiende cuando hablan.

En el otro extremo de la balanza están los naturales de Devon, a los que no solo todos comprenden la mar de bien sino que al parecer hablan de la manera más calida y simpática. Los escoceses de Edimburgo, y los londinenses y su particular jerga cockney son aquellos habitantes de la Gran Bretaña que generan con su acento un mayor rechazo. Nadie que se sepa se ha sentido ultrajado por estos resultados ni ha puesto el grito en el cielo. Existe desde luego un amplio trecho entre la pronunciación de un miembro de la cámara de los Lores y un minero de Gales, pero a la hora de tomarse las cosas con naturalidad respecto a las diferentes procedencias y sus estilos de mostrarlas, los británicos son mucho más flexibles que nosotros y disfrutan en este asunto de un saludable humor británico,

No estoy muy convencido de que estos hábitos y el modo de tomarse lo que afecta a las diferentes comunidades se aceptara aquí por tanto con idéntico talante. Aquí no es políticamente correcto imitar los acentos ajenos y cualquier aventura de humor en este terreno puede traer consecuencias funestas porque la mayor parte se toma estas licencias humorísticas como una afrenta. Hacer una broma a costa de los acentos regionales está hoy muy mal visto y esos chistes puede acabar en sede parlamentaria. Yo no los recomendaría. Y eso que la capacidad de reírse de uno mismo es una virtud y así deberíamos de tomárnosla.

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