Opinión

Culto al lector

Los que nos dedicamos a leer y a escribir como primera fuente de actividad profesional y conocimiento, olvidamos con frecuencia la necesidad de tener al lector como primer objetivo de la tarea y mantener para con él el más escrupuloso de los respetos. Estoy literalmente harto de leer relatos llenos de trampas para el lector, situaciones ficticias que se hacen pasar por verdaderas, trucos sacados como conejos de la chistera para cuadrar las tramas y argumentos insostenibles como si los lectores fueran unos perfectos imbéciles incapaces de darse cuenta de cuando les toman el pelo.
Esa situación de culto al lector al que no se puede perder el respeto hurtándole explicaciones coherentes y apelando a soluciones enganchadas por los pelos para resolver un argumento, se aprende precisamente militando mucho años al otro lado de las alambradas y sufriendo como tal el maltrato de muchos relatores que no cuidan como debieran a sus clientes y a los que les da por suponer que todo vale y que todo el monte es orégano.
Reconozco sin el menor sonrojo que para introducirse en la narrativa actual es muy aconsejable leer primero a los clásicos para aprender la asignatura de la honestidad en el planteamiento de una novela. Los clásicos no aspiraban a que sus novelas fueran un día películas de éxito o series de televisión –muchas con el paso del tiempo lo fueron- y por tanto escribían por el mero hecho de escribir y planteaban sus historias con el rigor y la dedicación que es necesario aplicar para que el relato salga redondo y no cogido con pinzas de la ropa como ocurre muy frecuentemente.
La literatura actual es rehén de la imagen y tiende a desarrollarse en función de esos preceptos de modo que prefiere apostar por la elaboración aportando un ritmo de vértigo y si las cosas no acaban de cuadrar y quedan muchos cabos sueltos ya se encargará el lector de ponerle imaginación al tema y zurcir aquello que se quede colgado porque es muy probable además que los guionistas que se ocupen de producir la apetecida serie cambien lo que les parezca y otorguen a la obra un final distinto para que en la pantalla sea un producto más comercial. El lector merece más que eso.

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