Opinión

El discurso único

Pasadas las elecciones vascas toca ahora el turno a las catalanas cuya campaña electoral se inicia ahora en pura teoría pero que, siguiendo la ruta de verdades a medias y mentiras disfrazadas de verdades que sostienen al independentismo catalán, en realidad nunca se ha interrumpido y configura un pasaje casi eterno que dura desde los tiempos de  Felipe de Anjou. La campaña electoral tiene varias facetas cada cual más prometedora que la anterior y ya ha mostrado por dónde van a ir los mensajes. Todos contra todos a degüello porque los partidos catalanistas no se entienden entre ellos y se llevan a matar, y todos a su vez contra esa España que les roba a mano armada y que se configura como el enemigo común y el saco donde todos pueden dar impunemente los golpes. Por poner un ejemplo reciente y sin ir más lejos, el presidente del Barça, como necesita desesperadamente quemar una de esas balas de la persecución y el oprobio para que no le pinten la cara, ya ha vociferado que va a pedir que se repita el partido contra el Madrid porque les han robado, un arrebato que los periódicos catalanes han aceptado de muy buenas maneras y han elevado a su primera plana. Se trata de una maniobra de evasión de primero de bachillerato para tratar de desviar la atención de los socios y seguidores que deberían trinar porque están fuera de la Copa, de la Liga y de la Champion. Lo más sorprendente del mundo es que, en lugar de pedirle a este  Laporta que por dignidad y sentido común se calle por las buenas o por las malas, vuelven a tragarse el discurso y lo respaldan.

La campaña electoral tiene varias facetas cada cual más prometedora que la anterior y ya ha mostrado por dónde van a ir los mensajes

Es, también hay que decirlo, un discurso que permite infinitas variantes y puede extrapolarse a cualquier orden político, social, económico e incluso lúdico y cultural. La deuda del Estado con Cataluña, las ofensas seculares de la Corona, los goles del Real Madrid, la inconveniencia de compartir agencia tributaria con los demás españoles, la singularidad cultural y social no entendida, la falta de inversiones, el negado derecho a decidir… Todo vale.

La campaña ya está oficialmente en marcha y eso ganamos los que no tenemos nada que ganar ni que perder ni ningún pito que tocar en esta historia. Y yo creo que oficializando la situación también se normaliza o al menos fija la cancha de juego. Hay plazos y emplazamientos para que los distintos partidos independentistas se zurren entre ellos la badana,  y hay leyes para que se ciñan a los terrenos delimitados. Así, al resto nos dejan en paz. Menos mal.

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