Opinión

El golpe contra uno mismo

En diciembre de 1851, el presidente de la Segunda República de Francia, un príncipe descendiente del gran Bonaparte elegido en 1848 con la mayoría más aplastante que nunca ha obtenido un candidato a la presidencia en toda la historia de Francia –más del 75 % de los sufragios- protagonizó un golpe de Estado contra la propia república que presidía para convertirse en emperador. Fue Carlos Luis Napoleón Bonaparte el inventor de esta modalidad tan peculiar que consiste en propiciar un rebelión contra sí mismo y no el tarugo de Maduro, aunque es muy probable que al presidente venezolano, la figura del emperador francés apenas le suene o le confunda con su augusto y famoso tío como les sucede a muchos.

El sistema que Maduro está tratando de poner en práctica para continuar ostentando el poder es, naturalmente, más zafio e incluso peligroso que aquel del que se valió Luis Napoleón para acabar con una República que le constreñía y le resultaba incómoda a pesar de su confortable condición parlamentaria. El presidente Napoleón apeló a un argumento tenuemente presentable para que los franceses le respaldaran porque en aquel momento y con el apoyo de los viejos monárquicos, la Asamblea había eliminado el sufragio universal y lo había sustituido por el modelo anterior del voto censatario que eliminaba la posibilidad de que obreros y menestrales acudieran a las urnas. El movimiento encabezado por Bonaparte se presentó ante el pueblo como una iniciativa en defensa de la libertad, la igualdad y la democracia, y le otorgó la capacidad de dominar la Cámara, la inmediata recuperación de todos sus poderes y la prerrogativa de alargar los periodos legislativos a diez años. Ni siquiera los usó porque un año justo después, el propio Napoleón disolvió la Asamblea y proclamó un nuevo régimen que los franceses saludaron con entusiasmo. En diciembre de 1852 se proclamó el Segundo Imperio y Napoleón se coronó emperador con el nombre de Napoleón III. Fue el último rey de Francia y su ciclo acabó en Sedán aplastado por Bismarck.

Maduro es un bárbaro que necesita echar los tanques a la calle y movilizar al ejército para utilizar el método del golpe contra sí mismo. La situación venezolana es tan peliaguda que Maduro necesitará aplastar disidencias y bañarse en sangre para mantener el pulso. Napoleón aplicó un plan inadmisible pero muy fino. Maduro hará lo mismo pero a lo bestia.

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