Opinión

Las nuevas profesiones

De un tiempo a esta parte asisto algo turbado y en estado de creciente desorientación al cultivo y desarrollo de un determinado número de profesiones de nuevo cuño a las que no acierto a definir cabalmente, será a lo mejor porque unos nombramientos tan singulares y atractivos pueden ocultar actividades inexplicables sin más fundamento que su fantasiosa jactancia. Se lleva mucho ahora denominarse a sí mismo como politólogo que es, según sospecho, un ciudadano o ciudadana que se dedican a analizar la cosa política como si hubiera posibilidad científica cierta de adivinar el comportamiento de los que se dedican a esta actividad y los movimientos pendulares que la propia actividad propone. En el hipotético caso de que se pudiera ser un politólogo de verdad y no un simple sello en una tarjeta de visita, bastaría con nombrarle a dedo presidente del Gobierno porque estaríamos ante un analista prácticamente infalible y capaz de adelantarse con ventaja a los movimientos de los demás.

Pero quizá el caso más pintoresco de este abanico de nuevas y subjetivas ocupaciones es el de “socialité”, que es el que, sin ir más lejos, se aplica a Isabel Presley cuando es necesario expresar en las revistas especializadas a qué se dedica. Se trata al parecer de una profesión muy bien remunerada que consiste en asistir a fiestas, cobrar por esa asistencia, hacerse fotos con los invitados, cobrar por esas fotos, salir en las revistas, cobrar por esas salidas y presumir de hijos y cobrar también por ellos. Es una tarea fantástica que exige sin duda un determinado número de virtudes y un carácter adecuado. No todo el mundo vale para ser “socialité” y una gran parte de quienes inician este camino acaban como invitadas en los programas de televisión dedicadas a esta materia, vendiendo sus miserias y cuando las miserias se acaban se acaban también los recursos y no es necesario recordar algunos de esos finales.

Lo que no cabe duda es que se han terminado los buenos tiempos en los que lo que realmente molaba era ser ingeniero de Caminos o Notario. Ahora hay oficios mucho más ventajosos sin necesidad de quemarse las pestañas haciendo oposiciones.

Te puede interesar