Opinión

El ocaso de las inocentadas

Era 28 de diciembre y, tras repasar con cierto mimo los diarios, no encontré entre sus páginas ninguna inocentada lo que me plantea de inmediato una duda. O bien no se incluyen inocentadas en los periódicos y esa práctica es ya cosa del pasado, o bien y teniendo en cuenta que existen en sus páginas ciertas noticias que superan con mucho el límite de lo razonable, la prensa está cuajada de ellas pero yo no me he enterado. Decía ayer por la mañana en la radio un periodista muy ocurrente que una vez elegido Donald Trump como presidente de los Estados Unidos la realidad ha sobrepasado a la ficción y por tanto no tiene sentido dar inocentadas. Si los resultados de las elecciones de los Estados Unidos se hubieran publicado un 28 de diciembre todos habríamos creído que nos estaban tomando el pelo.

Sospecho que por desgracia los diarios modernos no tienen sitio para publicar informaciones falsificadas a sabiendas, y la práctica tanto tiempo admitida y secundada en los vetustos rotativos que tanto contribuyó a agudizar el ingenio de sus lectores se ha tornado obsoleta. Teniendo en cuenta el precio al que en estos momentos va el centímetro cuadrado de espacio, desperdiciarlo para gastar una broma a su clientela no concuerda con los preceptos económicos y empresariales que rigen ahora y que imponen los departamentos financieros y de marketing que gobiernan los medios de comunicación. Estamos en una era eminentemente práctica y no hay más que hablar al respecto. Dentro de algunos años ni siquiera habrá papel en el que imprimir noticias y los soportes digitales habrán ganado definitivamente la batalla. En un mundo en el que la batalla de Podemos se dirime en las redes sociales y que lo que estos chicos tan edulcorados y pegajosos llaman el debate fraterno apenas roza el papel pintado, sospecho yo que idear inocentadas ya no tiene sentido. Bastante inocentada, repito es sospechar que Pedro Sánchez puede volver a la carretera a pesar de que a la reunión propuesta por los críticos para otorgarle toda su confianza no han acudido más de cincuenta, las ausencias han pesado más que las presencias y la ausencia más llamativa ha sido la del propio Sánchez. En esto del humor absurdo nadie mejor que Groucho Marx. Es universalmente célebre lo que dicen que dijo y que ahora nos vale. “Jamás perteneceré a un partido que tenga como secretario general a un tipo como yo”. Por eso no ha ido.

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