Opinión

Pitos y palmas

Ha dicho Cesc que Pique es un buen tío al que de vez en cuando se le va la olla sobre todo si hay mucha euforia de por medio y una copita de más. Es la misma opinión que suscribió Marc Bartra a pie de campo cuando le preguntaron si aquella bronca que le dedicaba el público de León a su compañero de demarcación y de equipo podía justificarse. Bartra trató de no liarla y se mostró sereno y comedido. Dijo que Piqué era una gran persona pero que de vez en cuando tenía sus cosas y había que comprenderle. Uno no sabe por qué pero se malicia que los brotes sicóticos de Piqué enseñando manitas, lanzando escupitajos a la espalda de sus compañeros durante un paseo en autobús descubierto, tildando de madridista al que no bote y recordando al amigo cantante de Ronaldo no causan precisamente admiración entre sus camaradas y a nadie le hacen ya mucha gracia.

Si para colmo se pone chulo con la policía urbana de Barcelona y acaba en el cuartelillo, habrá que sospechar que el defensa central no solo produce rechazo por sus opiniones sobre el independentismo sino porque a veces se comporta como un crío caprichoso y maleducado. Es un chico de buena cuna, hijo de dos eminentes profesionales del Derecho y la Medicina, y su extracción es muy diferente a la de la mayor parte de sus colegas de oficio. Piqué es un niño bien que gana mucho dinero y se gasta fortunas jugando al poker en competiciones profesionales. Está emparejado con una cantante admirada a nivel mundial que le lleva diez años, mide más de un metro noventa y lleva mucho tiempo creyéndose el rey del mambo. En Barcelona, que lo sé, le llaman el “boca chancla”. Por algo será, digo yo.

Jamás la parroquia de la selección había sometido a uno de sus jugadores a un concierto de pitos tan persistente y desagradable. Particularmente me dejó, como a todo el mundo, un amargo sabor de boca. Pero a fuerza de ser sincero y de buscar el equilibrio en aquello que debe tenerlo, sospecho que algunas de las cosas que le ocurre a Piqué se las está ganado a pulso desde hace tiempo y las cañas se le vuelven lanzas cuando abandona el ámbito protector y exento de autocrítica en el que vive y en el que todo se le permite. La gente no pitó en León a Iniesta, a Bartra, o a Busquets. Ni pita a Xavi. Se la arma a quien rechaza. Piqué debería reflexionar algo también. Pero no le da la .gana

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