Opinión

A robar a Sierra Morena


Mediante un auto que supera los cien folios, el magistrado que instruye la causa de los ERE falsos de Andalucía ha resuelto procesar a los dos presidentes autónomos andaluces Manuel Chaves y José Antonio Griñán, a los que acompañan a la hora de sentarse en el banquillo otros veinticuatro cargos que compartieron con ellos tareas de administración en la Junta y entre los figura por derecho propio Gaspar Zarrías, uno de los personajes más oscuros y controvertidos del ya de por sí opaco y controvertido sistema político andaluz. También se encuentran en el lote la abrupta ex ministra Magdalena Álvarez, cuatro ex consejeros regionales más, y casi dos docenas de altos cargos que ocuparon responsabilidades de poder y decisión entre 2001 y 2010.

Corona esta decisión del juez Martín un largo y desabrido camino judicial que trata de legislar una situación que no tiene parangón en un país como el nuestro pródigo en corruptos lo que de por sí indica su dimensión. Los ERE falsos de Andalucía han escamoteado y luego repartido entre afines más de mil doscientos millones de euros según un cálculo benévolo, saqueando las cuentas de dinero estrictamente público mediante la creación y aplicación de un entramado estratégico construido expresamente para cometer el fraude según el auto expresa. Nunca nadie en la historia de nuestro país había cometido una estafa de semejante calibre. El magistrado concluye culpando a Griñán y Chaves en una investigación que se inició en 2010 y que se clausura con la acusación a los protagonistas estrictamente políticos, todos ellos altos cargos en su momento y todos ellos considerados por la autoridad judicial como los cerebros en la comisión de un continuado delito. Todos tendrán que responder a los cargos de prevaricación y malversación de caudales públicos.

No es aventurado por tanto extraer sólidos consecuencias de esta situación aplicando para ello un argumento estrictamente analítico. Andalucía se ha convertido en el más vergonzoso ejemplo patrio de amiguismo y clientelismo sin que hubiera obstáculo alguno para fomentarlo, alimentarlo e institucionalizarlo. Ni fiscalización, ni vigilancia, ni rubor alguno. Ya lo dice el refranero español que es sabio y no se equivoca. A robar a Sierra Morena. Andalucía es un paraíso en todo. También para llevárselo crudo.

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