Opinión

La tercera pata

Los órganos rectores del fútbol mundial se han quedado sin sus máximos dirigentes, castigados ambos por decisión de las propias instancias que presiden, a una inhabilitación de ocho años. Blatter es un hombre en periodo de senectud y la ley biológica dice que su carrera ha terminado, y Platini lo tiene chungo para volver porque la mancha que le señala es suficientemente amplia para que nadie se olvide de las turbias actuaciones de este genio del fútbol metido a directivo, por mucho tiempo que pase. Michel Platini fue un jugador de fútbol extraordinario pero también ha sido un presidente al menos inquietante. Se le acusa, entre otras muchas actividades sospechosas, de haberse quedado con un millón y medio de euros, un dinero que no ha podido ser justificado.

La sentencia que el comité de ética de la FIFA ha emitido sobre estos dos personajes tiene un aroma severo si bien probablemente se ha quedado corta para una pareja que ha funcionado sin límites ni fiscalizaciones haciendo lo que le ha dado la gana durante años exudando sospechas pero librándose de cualquier ejercicio de control al menos hasta ahora. Sin embargo, si bien parece incluso benigna hacia dos sujetos que tienen el perfil de un par de hampones, trasluce en su misma aplicación el grado de opacidad en el que se mueven las máximas instancias del fútbol internacional y la necesidad de entrar a saco en sus sentinas no únicamente el comité ético de la entidad sino los tribunales de justicia ordinaria.

Lo paradójico de esta situación que aparta a Blatter y a Platini de sus tronos feudales desde los que han dirigido el universo futbolístico a su antojo es que al cargo de ambos se queda la tercera pata del banco, el sujeto que completa la banda. No hace falta cavilar para comprender que Ángel María Villar, presidente de la Federación Española es la tercera pata del este poderoso grupo salvaje. Lleva ejerciendo de presidente de la FEF desde 1988 en que sustituyó a José Luis Roca, ha sobrevivido a seis procesos electorales, y en su condición de vicepresidente de la UEFA y de la Fifa, se convierte ahora en preside te en funciones de ambos organismos a cuyas presidencia por cierto aspira. Ángel María Villar es permanente blanco de suposiciones que le acusan de deficiencias en la gestión, descontrol y fraude por valor de veinte millones de euros. Pero nadie le ha metido mano. Todo lo contrario. Es hoy el heredero de los capos grandes.

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