En la arquitectura clásica se llama patín a un patio pequeño. La catedral de Ourense cuenta con dos; uno en la fachada norte y otro al sur, ambos preciosos y armónicos.
El patín del sur es el utilizado cotidianamente para entrar al monumento desde la Plaza del Trigo, sobre todo los turistas. El del norte fue construido en 1785 con piedra de Reza y Tarascón al que se accede por una regia escalera de doble acceso y cerrada con reja de hierro que suele estar cerrada al público por lo que pocos ourensanos la han utilizado alguna vez. Desde hace unos días, desde que comenzaron las actuales obras en el cimborrio, el patín del norte se ha convertido en el acceso principal al edificio.
Desde el mismo se percibe una perspectiva nueva de las calles de la Paz y Santa Eufemia. La sorpresa es que el patín se ha convertido en un artístico almacén en el que se acumulan hermosas lápidas de los siglos XVI y XVII retiradas del suelo del interior cuando se cambió por el actual hace unos años. Pero el objeto más curioso es una gran campana que, según información facilitada por el canónigo don Miguel Ángel González, formaba parte del reloj que se encuentra en la fachada sur. La campana tiene una inscripción en latín y está decorada con varias lagartijas, según parece muy frecuente en la decoración eclesiástica. El único pero, son los restos de obra que alguien se dejó “olvidados”, justo en el lugar más frecuentado ahora mismo por turistas y vecinos. ¿Sería posible retirarlos? Seguro que sí.
