Opinión

Estaba allí

Se oye decir, de continuo, que en este país no cabe un tonto más. Yo diría que Europa está saturada también de ellos. No hay más que ver la visión de futuro que tiene, lo que pone y lo que quita de su esencia, y las consecuencias que la han puesto donde está, que no se sabe dónde. Debido a ello, se dice, que hay que buscar otros espacios más allá de este planeta que fue azul, y ahora más bien gris, y que la búsqueda del agua es vital. De hecho se mandan ingenios al espacio para detectar la capacidad que tenga cada cuerpo celeste del líquido elemento. Digo yo, que para hacer lo mismo que hemos hecho y hacemos con el que estaba dotada esta nuestra tierra, nuestra casa. Tristemente los grandes cetáceos al ser capturados, muestran los vientres llenos de plásticos entre otros desperdicios letales no sólo para ellos.

Cada dos por tres, algún río aparece tapizado de peces muertos por los vertidos, y así se puede seguir hasta lo que marca la sinrazón que es inacabable, la falta de escrúpulos y las ambiciones, con la aquiescencia placentera de todos, porque nadie de los que poblamos este vertedero somos inocentes. Pero la inquietud humana no descansa, y así, ahora toca salirse de madre. Las circunstancias obligan. Pobre y desdichado el planeta en el que pongamos los pies para edificar nuestros sueños o nuestras pesadillas. 

Un mundo nuevo para los grafiteros que ponen su ilusión en embadurnar los espacios limpios y ajenos; para los inconformistas que conforman batallitas; para los tomateros que plantan sus frutos, para después, tirárselos a la cara entre ellos mismos; para los que en vez de edificios hacen birrias con firma; para los especialistas en clavar impuestos con esmero; para los “cantatrices”, que descomponen notas que llenan los ambientes para volvernos locos; para robar a discreción; para los que destruyen lo construido; para repetir cerrilmente los errores del pasado... Dudo mucho sobre lo que se dice que será diferente. Permítanme mis queridos lectores que no me lo crea. Es un engaño inocente o tramado. Lo mismo que eso de “año nuevo, vida nueva”. El día siguiente es igual que el anterior y nosotros somos los mismos. Nos acostamos en la esperanza de que el mañana será distinto, pero no. Como en el cuento de Monterroso: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba ahí”. Pese a todo, no se movió.

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