Opinión

Miel en el mundo

Se dice que el día que desaparezcan las abejas desaparecerá el mundo por aquello del polen. No sé yo. Con tantos adelantos, si desgraciadamente desaparecieran, se crearían otras de la forma que fuese. ¿Qué haríamos sin ellas, su miel, su cera, y tantas cosas como nos regalan? La buena noticia es que hay más de 20.000 especies diferentes de esta joya viviente y trabajadora en todo el planeta. Llegado el caso, alguna quedará para que los niños puedan seguir las enseñanzas de las fábulas de Félix M. Samaniego, y en este caso concretamente, esa que dice: “A un panal de rica miel dos mil moscas acudieron,/ que por golosas murieron/ presas de patas en él…”. Si las abejas ponen su dulzura en la vida, ¿se puede pedir más de este pequeño insecto, uno de los más antiguos de los que han poblado la tierra, se supone que hace más de 30 millones de años? 

Especialmente sociable, vive en colonias, fábricas de oro, en forma de enjambres organizados “inteligentemente”, ¿es posible dudarlo?, bajo la estricta jerarquía de la abeja reina, los zánganos y las obreras. Pero ¿cómo son las abejas, cuáles son sus características más acusadas? Entre otras cosas, carecen de parpados, duermen en el centro de las flores de 5 a 8 horas, y para descansar se encogen las patitas unas a otras. No me digan queridos lectores, que esto no es algo precioso, algo de cuento de hadas. Hay otros mundos que están en éste, con nosotros, mientras se buscan en lo lejano civilizaciones extrañas. Pero si no tienen parpados ¿cómo duermen? 

Tal proceso lo descubrió Walter Kaiser en 1983. Observó esta particularidad al comprobar que las abejas dejaban de mover las antenas e incluso podían caer de lado, y que podían dormir por turnos de 30 minutos a una hora y media, según donde tuvieran la colmena y la función que realizaran. Por la noche duermen de forma ininterrumpida, lo que les permite un ahorro energético que ayuda a la mejoría de la memoria. Es admirable e increíble cómo Walter Kaiser comprobó que las abejas más jóvenes limpiaban la colmena y vigilaban a los pequeños durante el día y los dormían después. Y esto ha funcionado así siempre en la dulce oscuridad, desde hace siglos, con suave música de alas. Antonio Machado escribía en uno de sus maravillosos poemas “La poesía y los poetas son las abejas, mientras que las colmenas y la miel son el poema”.

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