Opinión

Ese policía municipal

Hay frases hechas sobre ciertos animales que dan escalofrío. “Me tratas como a un perro”, “hijo de perra”, “perra”, “me echas como a un perro”. ¿Qué es eso, sino el reflejo de cómo en general tratamos a este animal, al cual me voy a referir hoy? Y me voy a referir a la crueldad que subyace dentro de la conciencia de nuestra cultura con respecto a ese paradigma de la lealtad y de la fidelidad al hombre. Ese ser que te defiende, que te lo da todo y no te pide nada a cambio. Si le quieres dar cariño, será voluntario por tu parte, pues aunque no le quieras, si es tuyo, te seguirá hasta la muerte. Maravilloso compañero de viaje, seas rico o pobre, guapo o feo, famoso o no.

Pues bien, cada año, ese ser que vive pendiente de ti, es abandonado y maltratado, y no quiero decir de cuantas maneras, a cual más sádica, para que podamos dormir sin que el corazón se ahogue en llanto. Sin embargo, quien los ama, quien reconoce en ellos el caudal de cariño y enseñanzas que proporcionan, saben de qué hablo, o escribo.

Hace muy pocos días oí algo que me reconcilió con el mundo, en el que tanta ingratitud se muestra para con ellos. Y sucedió aquí, en Ourense, lo cual me llenó de orgullo y pensé, que sí, que hay gentes con un alma tan grande, que son capaces de jugarse la vida por un animal en estado crítico. Y es que no tenemos dos corazones, uno para las personas y otro para los llamados inferiores. El corazón es uno solo para todos. Si no amamos a quien nos ama y nos ayuda a vivir, no merecemos disfrutar el prodigio que nos rodea y en el que estamos inmersos todos juntos, para bien o para mal.

Por eso, yo, desde aquí, felicito de una manera sumamente especial, a quien dio ejemplo de tal generosidad humana, en la persona de ese policía local, del que ignoro el nombre, que puso en gran riesgo su integridad física, para dar de beber a un perro sediento y expuesto sin remedio a los rigores del sol, en aquellas horas, implacable. Y también felicito muy sinceramente, a aquellos ourensanos que al ver al animal en semejante situación, sintieron la necesidad de llamar a quien podía ponerle solución. Todos los días sucede algo que nos devuelve la esperanza, aunque haya quien se ría del altruismo ejercido con un animal. Pero todo es vida, y sea de quien sea, merece el máximo respeto. Porque, al fin, la vida, es lo único que tenemos.

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