Opinión

Banesto, muerto el perro ¿Se acabó la rabia?

Supongo que se entenderá fácilmente que la decisión del Banco de Santander referente a la extinción de Banesto no por esperada dejó de afectarme. Por supuesto, más en lo emocional que en lo racional. No quise pronunciarme en caliente porque cuando operas bajo el influjo de la emoción, los juicios pueden amanecer algo turbios. Ahora, en la serenidad de las horas previas al alba, mis palabras sólo pretenden un recuerdo de afecto para todos aquellos que conmigo vivieron aquellos momentos cargados de dificultades, de persecuciones, de injusticias, de brutalidades, de prevaricaciones, pero al tiempo de ilusiones por el proyecto financiero, industrial y humano que se encontraba detrás de la palabra Banesto. Algo de todo ello he escrito en mi libro 'Los Días de Gloria'. Ahora sólo reiterar a quienes conmigo vivieron aquellos años mi agradecimiento y afecto por su dedicación a la causa Banesto, incluso a aquellos que, por las razones que fueran, no quisieron ver en el acto de intervención la sustancia política de la que estaba compuesto. Quizás hoy vean con más serenidad los hechos que son ya historia.

Sería absurdo que en estas horas me pusiera a razonar sobre el contenido político de aquella decisión. A estas alturas del curso quien quiere saber ya dispone de los elementos necesarios. Y quien prefiere seguir instalado en la mentira, o a quien no le queda otra sino seguir mintiendo, puede hacerlo. Al fin y al cabo la concentración del poder en general y del publicitario en particular desmorona la libertad de prensa y resquebraja la de opinión. Hay que entender que la situación financiera es determinante del contenido de los editoriales y del modo de presentar noticias de algunos medios de comunicación españoles. Y de esta manera siguen recorriendo su camino a la nada.

Pero con ello no cambiará la realidad. Ayer alguien me dijo que la decisión derivaba de que la sociedad española se daba cuenta cada día con mayor nitidez de lo sucedido en torno a Banesto. Muchas cosas habían cambiado desde aquel fatídico 28 de diciembre de 1993. Este año, cuando se cumplan 19 años del día en el que el Sistema decidió intervenir, no existirá sino el recuerdo. Así que -me aseguraba- muerto el perro se acabó la rabia. Puede que tenga razón, pero la historia enseña que aunque mueran ciertos perros, la rabia continúa. Se transforma, pero continúa. No es tan fácil borrar ciertas cosas de la memoria colectiva. Y el empeño por lograrlo, utilizando para ello a los mas insignes profesionales de los trabajos sucios, suele conducir al resultado adverso: perpetuarlo. Los aficionados a la historia sabemos de los empeños del poder por destruir lo real. E igualmente conocemos que en no pocas ocasiones ha tenido éxito en su empeño. Pero a la larga el tiempo suele poner a todos en su sitio, porque la historia no se borra a base de matar perros, ni de pretender con esas muertes ocultar verdades. Funciona un tiempo, pero no todo el tiempo del mundo.

Personalmente creo que lo que hay detrás es sustancialmente esto: negocio. Botín, el presidente del Santander, declaró en su día que Banesto había sido el mejor negocio de su vida. Y es evidente: compró un banco muy bueno en un precio de regalo. Supo aprovecharse de la necesidad del poder de solventar cuanto antes la crisis financiera que abrieron por motivos espurios de sustancia política. Y lo hizo de la mejor manera: obtuvo del entonces interventor del banco, Alfredo Sáenz, la información sobre la verdadera situación en la que se encontraba. Nadie mejor que él para suministrarla. Es lógico que, por tanto y a cambio, recibiera un paquete muy importante de acciones de Banesto y se encaramara a la posición de número dos del banco resultante. Y ello sin menoscabo de las capacidades profesionales de cada uno. La historia fue así. Es lo real, lo cierto, lo indudable. Botín hizo el gran negocio con Banesto. Y lo más curioso es que muchos de los accionistas del banco de entonces siguen sin entenderlo.

Y ahora, en estos días, el negocio reclama la terminación de Banesto. Y sin más se adopta la decisión. Se trata de que la dimensión comercial del Santander en España funciona regular, según las noticias financieras más al uso. Sin embargo, la marca Banesto tiene otro nivel, otra categoría. Y los números del banco de los últimos tiempos indicaban una situación cuando menos problemática. Vamos que iba mal, según los rumores del mercado y ciertas publicaciones especializadas. Pues se elimina y en paz. Y de paso se liquidan sucursales (700) y miles de personas, previsiblemente, ingresen en el paro. Es una decisión que llaman de “reestructuración” del sistema financiero. Vamos, negocio, puro negocio. Nada personal, sólo negocio.

Pero era una decisión para mí esperada. Y quien quiera comprobarlo puede acudir a mi libro 'El Sistema'. Allí me referí a las palabras que el entonces Gobernador del Banco de España, y posterior miembro del consejo de administración del Banco de Santander, Angel Rojo, pronunció ante el Congreso de los Diputados el 30 de Diciembre de 1993:

'Los objetivos para el saneamiento son claros: consisten en mantener Banesto, el banco, la entidad…Por consiguiente no se trata de una operación para que el banco desaparezca, sino, por el contrario, se trata de una situación de relanzamiento y fortalecimiento de Banesto para el futuro'.

Ese era el objetivo teórico, las palabras pronunciadas por el Gobernador ante los representantes de la soberanía popular. Ya se ve que contenían mentira. Yo lo dije en ese instante. Anticipé lo que ocurriría. Los hechos están ahí. Banesto ya no existe. Rojo falleció hace unos años. Sus palabras siguen vivas hoy. Y la falacia que contenían queda en pura y dura evidencia. Ni siquiera los profesionales de negar a cambio de platos de lentejas pueden sustraerse a la evidencia. Son las actas del Congreso las que vienen aquí y ahora a situar algunas cosas en su justo sitio.

Por ello, un abrazo a todos los que compartimos una ilusión en un magnífico proyecto, que en 1993 fue calificado como el banco que disponía de la mejor tecnología del mundo. Y, además, en mi opinión, de la mejor calidad humana del sector. Mi recuerdo y mi afecto en el dia de hoy. En la vida todo nace y todo muere. Los antiguos decían que lo mejor que pueden desear a una persona es una buena muerte. Pues Banesto ha muerto, pero no de buena muerte. Cosas del poder y del negocio.

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