Opinión

IDEAS DE JESUITAS DE 1624 QUE PUEDEN SERVIRNOS HOY

Aconsecuencia de un viaje por tierras americanas, cayó en mis manos, buscando en una librería clásica, de las de antes, en las que el librero es el propietario y conoce casi todos los libros que se dispone a vender, un producto muy interesante. Su autor es un jesuita, nacido en Sevilla y de nombre Luis Martín. El título de la obra es atrayente: 'La conquista intelectual del Perú' y me resulta atractivo por dos consideraciones. La primera, porque la verdadera conquista es la intelectual, porque una sociedad se comporta conforme a lo que se llama técnicamente 'modos de pensar', de tal manera que la conquista intelectual reside, precisamente, en imponer determinados modos de pensar a una colectividad concreta. La segunda razón es debida a que la obra trata de la ingente labor desarrollada por el Colegio San Pablo, regentado por los jesuitas en Lima y que ocupa un puesto crucial en esta conquista intelectual. Añado que mi educación universitaria se desarrolló en Deusto, universidad regentada por los jesuitas, y guardo un excelente recuerdo del modo y manera en el que en aquellos difíciles años de finales del régimen anterior, los profesores jesuitas abordaron el modelo educativo a seguir con un universitario algo complicado, como era mi caso. El hecho adicional de que en estos momentos y por primera vez en la historia ocupe el papado un jesuita y, además, procedente de tierras latinoamericanas, no deja de ser, como dicen los técnicos, un valor añadido.


Pues bien la educación impartida por los jesuitas se ejecutó en muchos terrenos, pero sobre todo en uno: el moral. En el lejano 1624 llegó a Lima Pedro de Oñate para hacerse cargo del Colegio San Pablo. El hombre trabajó asiduamente en las fronteras entre la economía y la teología moral, y uno de los principales asuntos que tuvo que abordar fue el trabajo forzado de los indios en la minas de Huancavelica, minas de mercurio en las que los nativos prestaban trabajos sin remuneración y extraían el mercurio necesario para las minas de plata de Potosí, clave para la riqueza y grandeza del Reino de España.La pregunta del Virrey a Oñate era la siguiente: ¿es moralmente correcto que el virrey envíe indios a la fuerza a esas minas considerando la desolación y muerte que generan? La pregunta ya contenía un esbozo de respuesta, pero Oñate no se limitó a responder negativamente, porque mediante un argumento adicional al puramente económico se trató de forzar la respuesta afirmativa. El argumento era el siguiente: la Santa Madre Iglesia, tiene a España como su brazo mas fuerte, convertida en país defensor de la fe y martillo de herejes europeos y americanos. La minas de Potosí son el sustento financiero necesario para esa labor, así que los indicios, sus sudores y sus vidas, en realidad contribuyen a engrandecer a la Iglesia y a 'pureza de la fe católica'.


Pues Oñate no se dejó convencer por semejante argumentación. Rotundamente sostuvo que el rey no tenía ningún derecho a obligar a sus súbditos a trabajar o pagar tasas para la defensa de la fe y de la Iglesia en Alemania o Países bajos. Eso decía un jesuita católico en el primer tercio del siglo XVII. Conviene saber que el Rey sostenía que la grandeza de España -al margen de ser ese brazo armado- reclamaba, exigía que los salarios de los indios de Huancavelica fueran 'necesariamente muy bajos'. Es así como el salario deliberadamente bajo se convierte en elemento clave de la riqueza de una nación. El argumento se plasmó en 1624, pero uno se pregunta si algo de eso no sigue latiendo en ciertas exigencias emanadas de la llamada Union Europea para con países como España, Grecia o Portugal. Seguramente será exceso de susceptibilidad de mi parte, así que ruego disculpas por atreverme a comparar.


Pero Oñate dijo algo más. Añadió: Perú es un verdadero reino unido al reino de España sólo en su mutua subordinación a la misma corona. 'La corona era el único vinculo político entre estos reinos y era ilegal que el rey gravara o forzara a los ciudadanos de Perú para el provecho de España', escribe Marin. El asunto es muy serio. Ante todo, el papel de la Corona como elemento unificador de reinos diferentes, lo que me llevaría muy lejos si quisiera desarrollarlo ahora. Pero queda esta otra idea: no es moral el sacrificio de los ciudadanos de un país en beneficio de los de otro supuestamente integrante de la misma unidad política. Pues bien: crece entre los ciudadanos del Sur de Europa la sensación avalada por las cifras, de que los sacrificios de España tienen como objetivo final conseguir pagar las deudas a los acreedores del Norte y aumentar, de modo indirecto, el bienestar de la todopoderosa Alemania. Es obvio que un argumento tan lineal contiene un sofisma en su interior y que sostenerlo de ese modo no muestra rigor intelectual. Pero algo hay, y algo serio se esconde en el modelo de Union Europea que estamos sufriendo, porque ¿es o no cierto que un empresario español paga por el dinero que le presten tres veces mas que un alemán?. Es solo un ejemplo. Las ideas de Oñate de 1624 tienen una actualidad en la reflexion intelectual que, sin embargo, brilla por su ausencia.

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