Opinión

Corazón partido

Los melómanos saben que podría existir un género musical dedicado exclusivamente al corazón. El recordado José Luis Penedo, durante años colaborador habitual de este periódico, siempre me recibía cantando el pegadizo estribillo de aquel éxito que Los Payos firmaron en 1970: señor doctor, míreme usted, mi corazón no marcha bien; dígame usted si sirve para amar, o si lo tengo que trasplantar. Más tarde vinieron Bruce Springsteen como su magnífico “Hungry Heart” y nuestro Alejandro Sanz con su “Corazón partío”. Y precisamente en los corazones partidos se han fijado los investigadores para estudiar los mecanismos de reparación capaces de recuperar a los pacientes que hayan sufrido un infarto de miocardio.

Después de un ataque de este tipo, nuestro organismo es incapaz de recomponer los tejidos dañados, porque el corazón no puede regenerar músculo cardíaco. La esperanza viene, una vez más, de las células madre cardíacas, que sí podrían formar nuevas células funcionales allí donde el miocardio hubiera sido dañado. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que unos 18 millones de prójimos fallecen cada año en el mundo a causa de las enfermedades cardiovasculares, de las que la cardiopatía isquémica y el infarto de miocardio son sus máximos exponentes. Estas patologías provocan la muerte de las células musculares cardíacas (miocitos) y daños vasculares en el sistema coronario. La consiguiente proliferación de tejido fibrótico cicatricial conlleva un mayor deterioro de la función del corazón.

Recientemente, un equipo internacional de investigadores de la Universidad Técnica de Munich y su hospital universitario, junto al Instituto Karolinska de Estocolmo, la empresa biotecnológica sueca Procella Therapeutics y la multinacional biofarmacéutica Astra Zeneca, han investigado el potencial terapéutico de las células madre pluripotenciales humanas. Los resultados de sus trabajos han sido publicados en la prestigiosa revista Nature Cell Biology. Su objetivo es trasladar sus hallazgos a estudios clínicos durante el próximo bienio. Trabajos previos habían empleado miocitos cultivados en el laboratorio a partir de células madre. Pero los efectos secundarios provocaron con frecuencia la aparición de latidos cardíacos irregulares e incluso arritmias mortales. Ahora, el equipo internacional liderado por el Dr. Karl-Ludwig Laugwitz, profesor de cardiología de la universidad muniquesa, ha empleado células progenitoras ventriculares humanas, cruciales en la formación del corazón durante su desarrollo, cuando éstas se van diferenciando en diversos tipos de células cardíacas, como por ejemplo los miocitos.

La hazaña de estos investigadores ha sido producir un gran número de células ventriculares progenitoras a partir de células madre pluripotenciales embrionarias humanas. Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que podrían haber descubierto las células ideales para que en un futuro muy cercano podamos reparar los corazones dañados, sin los efectos secundarios responsables de los fracasos anteriores. Toca continuar investigando, para evitar que el sistema inmune de los pacientes así tratados pueda atacar y destruir las nuevas células regeneradoras. ¿El fin de los corazones partidos? Probablemente.

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