Opinión

Covid-19 y superpoblción

Transcurrido más de un año desde las primeras defunciones provocadas por el covid-19, continuamos asistiendo a un drama sin precedentes en la historia moderna de la medicina. En India los hospitales no dan abasto para atender a los enfermos de esta pandemia. La gente se muere en sus casas, en los coches, en las puertas de los hospitales, esperando por un tratamiento que nunca llega. Hoteles y vagones de tren se han transformado en improvisadas unidades de cuidados intensivos. No hay oxígeno medicinal suficiente, esencial para recuperar a los pacientes con neumonías. Tampoco dexametasona, barata y valiosa, una medicación que ha salvado a muchos de los enfermos de nuestro entorno. Los laboratorios clínicos, sobrepasados por el ingente número de contagios diarios, se muestran incapaces para diagnosticar el covid-19 con la necesaria celeridad, retrasando así el aislamiento de los infectados y por lo tanto contribuyendo al mantenimiento de esta espiral sin fin. 

Los expertos hablan de la variante india del SARS-CoV-2, el coronavirus causante de tanta desgracia, si bien otros especialistas achacan tanta mortandad a las debilidades de un sistema sanitario saturado y completamente desbordado por la superpoblación del subcontinente indio. Más de 1.300 millones de almas habitan aquellas tierras, 416 por kilómetro cuadrado. Su tasa de natalidad es del 1.9%, el doble de la de China, el otro gigante asiático. Cada día nacen en India alrededor de 42.000 niños, 16 millones cada año. Mientras en España lidiamos con la cuarta ola, soportando todavía más de 100 defunciones diarias, en India perecen 3.600 prójimos cada día. 

La ayuda internacional ha comenzado a movilizarse, quizás demasiado tarde, aportando respiradores, material sanitario, medicamentos esenciales y balas de oxígeno. También vacunas, una cruel paradoja pues India es uno de los países a la cabeza en cuanto a la inmunización poblacional, incluso de fabricación propia, que todavía no terminan de generar la confianza necesaria entre su población. 

La tarea no resulta sencilla: ¿cómo extender la vacunación a más de 1000 millones de habitantes? Piras funerarias se improvisan en las grandes superficies urbanas. No dan abasto ante semejante masacre. Hace décadas que los expertos vienen alertando a la humanidad sobre los peligros de la superpoblación y del hacinamiento. Por desgracia, ha tenido que brotar esta pandemia para demostrarnos sus devastadores efectos en la realidad. Las autoridades sanitarias europeas han comenzado a levantar barreras ante la posible entrada de viajeros procedentes de India, pero ya hemos comprobado la eficacia de determinadas medidas de contención en un planeta completamente globalizado. 

Recordemos además que cuando un sistema sanitario colapsa, el número de fallecidos por todas las patologías se incrementa. Indefectiblemente.

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