Opinión

Melancolía

Algunas lecturas son puertas abiertas que nos transportan a otros espacios; suficientemente explorados, traspasados sus dinteles podremos continuar nuestro periplo hacia el infinito de la literatura. Sostiene Aloysius que nuestro enciclopédico Jorge Luis Borges (1899-1986), en el prólogo de su “Libro de los Seres Imaginarios”, hace mención de los inagotables volúmenes de Robert Burton (1577-1624), el erudito clérigo inglés autor de “La anatomía de la melancolía”. Robert tuvo un hermano mayor, de nombre William, famoso anticuario. Me imagino las maravillas que podría atesorar un anticuario en su repositorio en pleno siglo XVII. Pero esta cuestión no nos interesa hoy.

Robert Burton se formó en la universidad de Oxford, primero como estudiante y más tarde en calidad de docente, hasta finalizar sus días como su egregio bibliotecario. En su famoso tratado sobre la melancolía, obra cumbre de la literatura inglesa, entendió esta patología como la gran dolencia de la humanidad. Un océano de sufrimiento, capaz de albergar innumerables dolores físicos y pesares espirituales, aunque en aquellos tiempos ni la psicología ni la psiquiatría podían ser imaginadas por las mentes más preclaras de la época. Probablemente dotado también de amplios conocimientos botánicos, Robert Burton abordó los diferentes estados de ánimo patológicos, apelando a la doctrina de los cuatro humores, recuperada por los sabios del Renacimiento a partir de los antiguos textos hipocráticos de los médicos clásicos griegos y romanos. Esos humores, entendidos como fluidos, eran bilis negra, flema, sangre y bilis amarilla. El predominio de unos sobre otros establecían cuatro tipos de individuos, cuatro temperamentos de los que hoy nos vanos a centrar en los melancólicos.

En este caso particular, el bazo era el órgano principal, una especie de recipiente donde se concentraba la bilis negra. Estos prójimos solían ser idealistas, depresivos, propensos al abatimiento y a la somnolencia. La bilis negra se asociaba al otoño y al elemento tierra. El médico, precisamente para tratar los desequilibrios de estos humores, recomendaban remedios botánicos, pero también dietéticos, así como hábitos saludables, paseos y un descanso reparador mediante el sueño. Como pueden comprobar, estas recetas terapéuticas se mantienen en la actualidad, a pesar de los colosales avances tecnológicos en medicina, pues todavía manejamos en el vademécum fármacos cuyos origen están en la naturaleza, principios activos transportados en cápsulas, comprimidos, jarabes, supositorios, parches y soluciones inyectables. La prescripción de dietas saludables para la población en general, en especial para los obesos, diabéticos, cardiópatas, hipertensos o dislipémicos, continúa siendo una práctica habitual en las consultas médicas.

Para finalizar, la visión psicosomática de Robert Burton, establecía una causa física para la patología psíquica, así como la repercusión del malestar psíquico en múltiples sufrimientos del cuerpo. Melancolía o depresión, enfermedades que continúan atormentando a la humanidad, con bilis negra y sin ella.

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