Opinión

Entre líneas

La reciente sentencia de la Gürtel, cocinada a lo largo de los diez últimos meses, ha servido de revulsivo para hacerse a la idea de que no es más que la punta del iceberg, y no porque Correa, Crespo, "el Bigotes" y unos cuantos más -hasta seis- se vayan a dormir a la sombra, sino por todo la tropa de los que, desde la comodidad de su sofá, se congratulan de haber salido indemnes. Si hay algo que han demostrado casos igual de sonados como la trama Malaya, es que para delinquir a ese nivel es necesaria la participación de demasiados individuos conchabados. 

De ahí que el salto de la conspiración valencia a la Pujol haya puesto nervioso a muchos en la retaguardia. Porque lo de verdad interesante es lo que se lee entre líneas, como que el 3% de comisión presumiblemente se obtuvo merced a la acción recaudatoria de personal al efecto y que, por supuesto, hubo toda una batería de empresarios abonando esa comisión por el interés de obtener un pingüe beneficio. Mientras otros hicieron la vista gorda para adjudicar las concesiones, siempre a costa del dinero público.

No deja de llamar la atención que en procesos análogos o incluso de menor cuantía, personajes como el citado Correa o Bárcenas y Granados, por citar a algunos, se fueron directos a prisión preventiva. Pero lo inconcebible es la vigencia de la amenaza de Pujol, librando a todos los suyos de oler siquiera la trena.  La diferencia entre el sumario de la Malaya y lo juzgado en Valencia radica que en la primera se fueron al caldero funcionarios del ayuntamiento marbellí y una pandilla de concejales mangantes de un partido local. Pero la la Gürtel ha tocado de lleno a la política nacional, pegando un sopapo de los gordos a una ejecutiva del PP que se niega, pese a todo, a hacer un balance con respecto a la corrupción. Y esa magnitud de libres designados es de verdad lo importante, porque si llegado el momento los populares han tenido que dar el brazo a torcer sacrificando a alguno de los suyos, a estas alturas el respetable exige ya un juicio urgente a los Pujol-Ferrusola con castigo ejemplar a los responsables.

Ante el poder de la información que obra en manos del ex honorable catalán, sobrada para mantener en jaque a las autoridades, ha llegado el momento en el que los dañados colaterales le han plantado cara al clan barcelonés y le han dicho a Pujol que hasta aquí, que se vaya haciendo a la idea de que alguno de sus hijos va a tener que purgar para calmar los ánimos, porque está claro que hay gente que guarda en su caja fuerte dossieres igual de comprometedores que los que el ex president esconde por algún lado. 

¿Y cómo han decidido solucionar un problema que según insinuó Pujol afectaba incluso a Juan Carlos I? Pues de la forma más sencilla: pareciera que algunos sesudos altos cargos del servicio de inteligencia y la policía hubieran decidido como mejor método lanzar sondas para que la ciudadanía haga callo. Primero saltó a la palestra la acusación de que el rey emérito era un putero a cuenta de los fondos reservados, para relacionarlo luego con la Gürtel y cosas por el estilo hasta cansar los oídos tanto como la conciencia con el niño famélico del Cuerno de África. Ahora ya a nadie le asombra, incluso, dado que ya no puede dimitir de ningún cargo, la mayoría de los españoles dejan que siga a lo suyo como agua pasada. Pero la siguiente línea de la estrategia fue practicar detenciones masivas de empresarios en Cataluña y acto seguido aparece, después de no sabe cuánto, un dispositivo de memoria en el cajón de un policía de identidad desconocida, conteniendo información fundamental contra el clan catalán, para lo que el juez encargado del sumario va a proceder a abrilo como si se tratara de la inauguración del año santo, deduciéndose que por descontado aparecerá la intemerata de pruebas de cargo.

A estas alturas resulta obvio que existe desde hace mucho conocimiento sobrado de las actividades de los encausados, soslayado por intereses de terceros, pero  lo que de verdad acongoja no es lo que saben  los responsables de investigar y velar por la seguridad, sino lo que callan.

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