Opinión

Peter y Dilbert

Establece el principio enunciado en 1969 por el catedrático canadiense Laurence J. Peter, en su estudio de las jerarquías en las organizaciones modernas, que todo el mundo asciende hasta llegar a su nivel de incompetencia, permaneciendo en él a partir de ahí, por lo que todos estamos un nivel por encima del que deberíamos estar. Del mismo modo, en lo que a la Administración se refiere,  el principio de Dilbert, enunciado por Scott Adams, sostiene que  todo político inútil es desplazado al lugar donde menos daño puede hacer, es decir, hacia la dirección. La mejor muestra es el actual paradigma de España, deduciendo que Sánchez pone la cara para hacer lo que Iglesias le impone en la sombra, entendiendo que mientras el presidente del Gobierno es economista, el líder de la formación morada -y a la sazón águila bicéfala del Hemiciclo- se las sabe todas en lo que a ciencias políticas se refiere.

Primero obligó a Sánchez a confrontar al respetable con los restos del Caudillo, que ojalá descansen de una vez en paz sin que puedan volver a utilizarse nunca más como arma arrojadiza. Y después de distintos globos sonda, viajes injustificados, no importa si a rascarla a Latinoamérica, a un concierto o al bar San Pedro, ya sea en helicóptero o en avión militar, —aunque afortunadamente no en el Azor porque lleva años desguazado—, ahora marea la perdiz con el aforamiento de cargos públicos. Aunque sólo los que afectan a Moncloa, dejando en evidencia que el interés de su socio parlamentario, más allá de que el próximo debate del Estado de la Nación se celebre en cualquier juzgado, es darle una estocada a la monarquía, no en las urnas, donde la mayoría de los ciudadanos se han pronunciado a favor del actual modelo de Estado, sino socavando de cualquier manera, por artera que sea, para imponer la república y erigirse para el resto de su vida como líder indiscutible. O al menos, de su conducta es lo que deja traslucir Pablo Iglesias: que quiere ser califa en lugar del califa, al más puro estilo del gran visir Iznogud.

Cualquier alto cargo es susceptible de manejar información comprometedora para el país. Por eso presta juramento de mantener secreto sobre todo lo que no deba ser conocido, justificándose así su aforamiento. De lo contrario, al ser requerido por cualquier juez,  podría con sus declaraciones poner en grave riesgo la seguridad nacional. Por este motivo hay en España, entre congresistas, senadores, militares de alto rango, altos cargos públicos, magistrados, fiscales, etc., hasta 250.000 aforados. Esto no quiere decir que no estén sujetos a las leyes ni a la Justicia. Rita Barberá compareció en la Ciudad de la Justicia en Valencia y ante el Tribunal Supremo, junto al reguero de imputados y de muertos de la Gürtel. Jaume Matas, Griñán, Artur Mas, Chaves, Pepiño Blanco, Jesús Merino, la Infanta Cristina, Felipe González o Rajoy, como presidentes del Gobierno, declararon indistintamente ante el Supremo o la Audiencia Nacional, muy a pesar de ser aforados.

Pese tanta falacia la realidad es muy otra: que ahora ya no hay excusas. Quien gobierna es Sánchez con el apoyo de Podemos. Si aún no se ha derogado el copago de los pensionistas, la educación es hipotéticamente doctrinal, los políticos —entre los que se deben incluir a ellos mismos— son casta, en el sentido más peyorativo de la palabra; las pensiones son exiguas, el acceso a la vivienda es una carrera de obstáculos, el empleo no crece, la Seguridad Social, junto al resto del Estado, está hipotecada; la Justicia no funciona o su independencia se halla presuntamente comprometida, la culpa no es ya de quien legisló, sino de quien siendo ahora el titular del Gobierno, se limita a culpar a los anteriores, sin molestarse en mover ni un dedo por cambiarlo, recordando el pensamiento del jerarca nazi Joseph Goebbels, al afirmar que hay que hacer creer al pueblo que el hambre, la sed, la escasez y las enfermedades son culpa de los opositores, y hacer que los propios simpatizantes se lo repitan a todo el mundo.

Lo único cierto después de tanto peregrinaje de la ceca a la meca para llegar a Santa María de Ningún Sitio,  es que solo hay dos verdades bíblicas en este país: que no se puede gobernar con 83 escaños, y que el mejor jugador del Real Madrid durante la época de CR7, ha sido Florentino Pérez.

Te puede interesar