Opinión

¡Bienvenidos!

Parece que asoman ya su patita naranja en toda España. Los ‘Ciudadanos’. Hasta ahora solo veíamos la puntita del pie pero ahora vemos avanzar la pierna hasta la cadera pues las encuestas los sitúan ya como cuarta fuerza política en España, que no está nada mal. Llegan desde Cataluña, donde frente al gris régimen nacionalista imperante, cuyo ‘padrecito’ Puyol bien podría haber fundado la Academia Gran Evasión y Golfería, se opusieron unos ciudadanos con brocha en la mano para dar calor cálido a la realidad degenerada del gris tirando a negro horizonte. Negro oscuro de corrupción, mentira y engaños, pompa fúnebre de un régimen nacionalista con intereses espurios. Enfrente, pues, un grupo de intelectuales del mismo territorio auspiciaron con su denuncia el nacimiento del nuevo partido ‘Ciudadanos’, antes que algunos de ellos se exiliaran motu proprio, a fin de pintar algo distinto, y vaya si van pintando.

Ahora ya están aquí, en todo el país, y algunos (cada vez más) los saludamos con un ‘Bienvenidos’ mayor que el de Miguel Ríos. Porque son necesarios. Además están bien liderados por un tipo joven, sin complejos, educado, buena pinta y sentido común que esperamos no lo pierda con el peso que va ganando su platillo en la balanza del poder político; peso siempre traicionero, tan suyo, maniobrero y retorcido, ¡cuidado-cuidadín con la vieja máxima al respecto! Que el desnudo primero (¿recuerdan el primer cartel electoral de Rivera?: desnudo integral tapando sus partes pudendas con dos manos, simplemente) no pierda su mensaje tan a la vista de ‘nada que esconder’, pues en la honestidad –cuánta verdad con este valor ha pronunciado esta semana el líder italiano Beppe Grilho- está la necesaria revolución de nuestro tiempo. Y es que pasamos el día tapa que te tapa la nariz ante tanta nauseabunda corruptela.

Pero no solo de líder vive la ilusión de un cambio sino sea bienvenido el programa que ¡por fin! lleva en su prontuario los mandatos limitados, listas abiertas, reforma a fondo o desaparición del Senado, supresión de diputaciones en un Estado con diecisiete autonomía (sobre todo en regiones autonómicas uniprovinciales resulta claro despropósito y abuso cívico), supresión de privilegios en cargos públicos, reducción de sueldos políticos, fusión de ayuntamientos con menos de cinco mil habitantes, reforma de partidos políticos y elecciones primarias, responsabilidad patrimonial subsidiaria de los partidos en caso de corrupción de los cargos públicos, prohibición de condonación de créditos, independencia del poder judicial, prohibición de donación de empresas a partidos políticos, contrato laboral único, reducción de IVA e impuestos, etc.

Sin duda no será todo oro lo que reluce pero de momento nada que objetar con cargo al gobernar. Presunción de buen hacer. Pero, ¡ojo!, corren un peligro por querer llegar antes de lo previsto. Y es que resulta un riesgo para la formación presentarse a las municipales sin cuadros ni estructura básica suficiente, pues la necesidad obliga y los paracaidistas saltando a la primera que ven el campo virgen; el remedio puede ser peor que la enfermedad. ‘Las cosas de palacio van despacio’, ‘las prisas son malas consejeras’, o aún mejor siguiendo a Giner de los Ríos ‘las obras lentas son las duraderas’, que quiere decir que lo que están consiguiendo por la gracia de la desgracia ajena del bipartidismo obsoleto lo pueden tirar por la borda en una mala elección de candidatos a la que empuje ese querer ser importante antes de hora. La decisión forzada únicamente desde las ganas puede llevar a un trompetazo que frene un cambio verdadero de ideas nuevas en las próximas elecciones generales. Quizás la prueba del algodón les ayude en la elección precoz de sus candidatos municipales: que pasen a éstos por examen sobre el ideario general del partido y/o del programa marco electoral, para saber, al menos, si algún paracaidista va o no con paracaídas roto. No obstante lo anterior, bienvenidos los ciudadanos que quieren jugar en el enfangado terreno político con táctica distinta al marrullero, de patadas y con trampas.

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