Opinión

Códigos

Hoy cojo mis dedos y los pongo a bailar sobre el teclado buscando la inspiración a base del sonido de un taconeo singular en este suelo de letras. Golpeo el teclado como si fuera al tiempo un saco de boxeo para mi ánimo algo turbado últimamente y debido, entre otras cosas, a las miserias sociales que veo y siento; además, me resulta muy difícil acariciar cualquier piel metálica, no humana, por mucho que mi nuevo ordenador ‘objeto’ quiera hacerse ‘sujeto’ iluminándose cuando lo toco, cual zalamero que quisiera ganarme el amor con su luz a sabiendas de la poca que impera en estos tiempos. Pero ¡no hay manera!, lo golpeo tanto que hasta encuentro cierta sonoridad rítmica con ello. ¡Lo que hay que ver es cómo avanza la tecnología en pos de la comodidad - esto de la iluminación en el teclado es una pasada- que, sin embargo, nos anquilosa sobremanera resultando un contrasentido! Bueno, a lo que iba; con mi taconeo trato de sacar a bailar una idea que me acompañe este domingo. Y la hallo a la altura de esta línea. Porque estaba ahí, como una pequeña golfa jugando al gato y al ratón pero asomada a la vista de todos, ya que está de moda. La idea gira en titulares de periódicos y gira y gira en torno a la urgente creación de unos Códigos Éticos en las distintas Administraciones. ¿Por qué será? Demasiado náufrago suelto se presiente.

Efectivamente, no hay Administración que se precie que no ande en el debate de un Código Ético que recomponga su fama perdida o, peor aún, ‘vendida’ por un plato de lentejas (tal vez plato de mariscos), u honor mínimo. Que si la Xunta, que si la Dipu, que si el Concello, tres figuras de un mismo tipo de dudosa conducta al respecto, ahora tratan de transmitir al pueblo que ‘están en ello’, en la creación de un Código Ético o nueva forma de respetar al prójimo súbdito y llano, sin enchufes, más transparente, que acabe con tanta corruptela dentro. Es acojonante. Cual si habláramos de un código civil, o penal, o de Vinci, ciego o de barras, estudian y discuten sobre lo que está bien o mal cuando debería estar implícito en sus genes desde que entran en política, aunque sea por sus ‘no méritos’ de servicio a los demás y ‘sí méritos’ de militancia partidista. Parece mentira que alguien tenga que redactar en algún papel (esperemos que no esté mojado de antemano) lo que debería estar grabado a sangre y fuego desde la enseñanza primaria y resto de la educación en la respetabilidad y dignidad humana de cualquier servidor público. Pero, que así sea, lo que sea para cambiar si lo que vemos es lo que es, o sea una mierda pinchada en un palo que está clavado en pleno corazón del sistema.

Yo no sé si seré algo críptico en ocasiones cuando escribo, incluso puede que lo sea por puro instinto de supervivencia al golpear las teclas con cierto y crítico apasionamiento y en evitación de problemas mayores, pero como método para ocultar el significado de los mensajes presumo mayor dominio críptico a estos políticos con su redacción de nuevos códigos, que tal vez lo que pretendan sea protegerse con esta hipotética buena intención de la inquina de la gente por su mala general actuación hasta la fecha. Pero ¿cómo pueden pretender los mismos que han tirado por la taza del wáter lo más ético de la actividad política ser ‘los artífices de una nueva fórmula de comprenderla virtuosamente? Menos hablar y más actuar.

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