Opinión

Emprendimiento

No sé yo si un artículo de opinión como el que ahora emprendo puede conllevar cierto riesgo, por ejemplo el de estar siempre expuesto a menos simpático a otro cuyo criterio no coincide incluso si el discurso puede parecer agresivo. Pero de la misma manera que uno al escribir debe tener coraje y respeto para mirarse honestamente y decir lo que piensa, aún a riesgo de causar o causarse daño sin ser sado ni maso, cuando habla de emprendimiento debe comenzar por informar del riesgo como inherente principio y clave de esta acción de llevar a la práctica un pensamiento o idea. Porque la ignorancia de la exposición al riesgo es causa de tanta desgracia y frustración posterior al sueño inicial de crear y desarrollar un proyecto del que muchas veces nos despierta el jarro de agua fría y cruda realidad, de la que desafortunadamente nadie nos había informado.

Sinceramente creo que estamos asistiendo a una suerte de fiesta colectiva del emprendimiento, con todo tipo de talleres, jornadas, libros y cursillos, auspiciada en parte por una clase política y dirigente de corta imaginación y nula experiencia emprendedora que tiene gran deseo en llegar a la buena meta de éxito socio laboral de la sociedad (no quiero ser agresivo en el discurso que presupone intereses de otra índole más oscura que la propia ignorancia en la materia), y en parte animada por ciertos gurús del emprendimiento que dan conferencias en esos mismos talleres o cursos sin haber fundado en su vida una empresa, a no ser que consideren empresa el vivir de tales conferencias, libros o mucho cuento; lo sorprendente en este caso, cabría pensar, no es que susodichos gurús den conferencia alguna sino que alguien los escuche.

Pero aquí entramos también en otro punto de discusión de la creciente visibilidad del emprendimiento y que tiene que ver precisamente con el que es llamado a escuchar. Además del parado, cuya desesperación es un cebo perfecto para la larga caña propagandista de ir a escuchar al profeta gurú que le señalará el camino para su inserción laboral, tenemos a los estudiantes, que son víctimas propiciatorias de una obsesión por ganarse la vida que, según dice Emilio Lledó, lleva a la muerte de la Universidad y del pensamiento; el vie- jo filósofo propone que ‘el estudiante, mientras estudia, ha de obsesionarse con el derecho civil, con la filología clásica, con la química orgánica, con la medicina. Ya tendrá tiempo de ganarse la vida. La riqueza de un país no está en el tamaño de sus empresas, sino en los cerebros que hay detrás’. Sa- bias palabras que chocan con la llamada a ganarse la vida anticipadamente, incluso cambiando asistencia a jornadas falobarato por créditos que suman para aprobar la asignatura. Algo falla aquí que explica la contradicción de que alguien quiera escuchar en esta cuestión concreta al que no tiene experiencia.

Riesgo, cursillo, gurú, tres conceptos que deben tenerse claros y bien ordenados para no confundir al creyente emprendedor y en lugar de ayudarlo causarle un perjuicio mayor. Digo esto porque, curiosamente, a estos cursillos, o jornadas, los gurús y organizadores llevan siempre ejemplos ganadores, empresas de éxito, cuando lo suyo sería conocer los fracasos empresariales o las causas de empresas finiquitadas (ejemplos de sobra hay en Ourense, lamentablemen- te, que podían contar las razones de su agotamiento vital), pues se aprende más de los errores que de los éxitos. En este sentido, desde aquí le ofrezco a quien corresponda mí des- interesada colaboración en posibles nuevas jornadas de este Boom actual para hablar de los fracasos propios como emprendedor que atesoro; entre otras cosas contaría, por ejem- plo, como no es conveniente confiar en medidas y ayudas ofrecidas publicitariamente desde Consellerías de Traballo, simplemente porque no se cumplen muchas veces, tal como mi propia biografía empresarial puede documentar. Y ya de la cotización del autónomo emprendedor a la Seguridad So- cial mejor no hablar. 

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