Opinión

‘Por su seguridad’

La lejanía, que al ojo le empequeñece los objetos, al pensamiento se los agranda, que dice un aforismo de Schopenhauer. Pues bien, alejándome hacia Madrid voy pensando en el concepto de seguridad que esgrimieron contra mí unos celosos guardianes empleados de banco para no atenderme en una gestión rutinaria. Alejándome del objeto en sí, tanto en tiempo como en distancia, pienso si me aburre, indigna o simplemente me resulta una burla ‘el trago’ de displicencia que me hicieron sentir al no darme un servicio que solicité, ‘por su seguridad’. Lo dicen como si fuera una retahíla aprendida en manual de dirección de empresa frente a posibles clientes que no sepan distinguir el dedo de la luna, o como si lo que estuviera pidiendo fuera un peyote de tres demonios que meterme en el cuerpo, o un arma de fuego con la que jugar allí mismo a la ruleta ‘made in Vietnam’. ¡No, coño; que no!, que lo único que pedía era poder hacer una sencilla transferencia en el mismo banco a otra empresa. ¿Qué no traje el carnet de identidad? Cierto, me lo olvidé entre las prisas porque se me echó el tiempo encima, pero por la misma respuesta en sí, ‘por su seguridad’, ya demuestran cierta preocupación que corresponde a un implícito reconocimiento de mi identidad. Lo que falla, pues, es la voluntad.

Y me revuelvo contra esta falta de empatía reclamando mi reconocimiento de identidad al no ser nuevo en esta oficina; incluso, y ante la posibilidad de que la mujer que me atiende tenga alguna duda (por ser una de estas trabajadoras que utilizan como comodines itinerantes) apelo a la directora convencido de que ella sí me conoce sobradamente (a no ser que tenga puntual amnesia o incipiente alzheimer de buena voluntad), aunque solo fuera porque recientemente llamamos juntos desde su despacho al Jefe territorial del banco por otra gestión que para ella era difícil de resolver y que se resolvió de inmediato. Pues bien, ni una ni otra quisieron hacer la gestión por no llevar conmigo el carnet de identidad. Frente al posible aplauso al obediente vaya mi crítica por considerar al carnet más que a la verdadera persona con identidad humana. La norma imponiéndose a la lógica con una rotundez que crispa las entendederas del que, además, sabe que, curiosamente por otra norma de la misma entidad, poseen en el banco de datos del mismo Banco su carnet de identidad escaneado, al igual que el de todos. Ante el posible orgullo de obediencia ciega a cualquier dogma normativo empresarial, que no deja lugar a posibles paréntesis propios de interpretación, reflexionemos en la posibilidad real de que celosos seguimientos de normas, lindes y reglas ha llevado a cierta peña hasta a matar a la propia inocencia.

Además, ¡qué quieren que les diga!, resulta tan fea la mentalidad del ‘vuelva usted mañana’ de Larra y ‘vuelva usted con carnet’ de hoy, que por estética no debiera ampliarse el concepto aún más, como es el caso, al afectar ahora no solo a la Administración sino a la Banca, cada vez más puesta de espaldas al interés del cliente, cada vez tratándolo más como simple número de fila de carnicería o pescado.

Pero, insisto, lo que más me ha indigestado de este caso es la excusa: ‘por su seguridad’. Porque por seguridad podríamos limitar también la velocidad a treinta kilómetros por hora en autopista, o prohibir salir después de medianoche, o cercenar toda clase de libertad; pero aun así y por mucho más que tratáramos de blindar la seguridad ésta acabaría reventando por algún sitio, si no de propio aburrimiento. ¿Quién nos iba a decir hace años, por ejemplo, que fuera a reventar la contundente seguridad que presumíamos a los productos financieros que nos ofrecían desde estas mismas oficinas?; ¿o que iba a fallar el control mínimo necesario que impidiese acabar a nadie como acabaron los antiguos jefes mayores de estas mismas oficinas sentados en un banquillo de la justicia?. Por mi seguridad, la de no perderme de mi mismo, replico a estas aplicaciones antipáticas de las normas, diciendo que un carnet, en ocasiones, se lo pueden meter donde les quepa aquellos que no distinguen hasta donde debe llegar el papel que nos toca representar en la vida como profesionales; también, por mi seguridad, reivindico una identidad humana más allá de otro tipo de identidad kafkiana o de nº de seguridad social.

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