Opinión

Y SUBIENDO

Subir o bajar, ¿qué es mejor?; 'adepende', que diría el grupo ourensano que salvó de las demoledoras y excavadoras al Teatro Principal (éstos sí que deberían tener placa conmemorativa en el mismo teatro que los recordase, pero no, no vaya a ser que hagan costumbre, pongan el listado muy alto y le quiten espacio a los que viven de poner su nombre en estas pequeñas lápidas de recuerdo de inauguración).


Bueno, al tema; si tuviéramos que elegir entre arriba y abajo, casi seguro, diría yo, optaríamos más por subir que bajar, pues se sube al cielo, o de estatus, dos ejemplos de estancias que están posicionadas alto en nuestras vidas. Subir se asocia, pues, con luz celestial, o lo positivo, aunque haya también subidas de tono e ínfulas, de bilirrubina cuando no me miras, o de vectores analíticos que nos llevan por la calle de la amargura y colesterol hasta la propia enfermedad y máxima preocupación; incluso, hay subidas de angustia y estrés que no producen sino insatisfacción plena. O sea que, a pesar de las primeras apariencias, subir no es necesariamente siempre lo mejor, aparte de que irremediablemente cualquier estado 'subidón' es temporal, ya que todo lo que sube baja, y ahí nos las den todas a quienes nos creamos estar por encima de nadie eternamente.


Pero esta reflexión previa viene al caso de una subida dura y que dura más de la cuenta, que lleva ascendiendo la montaña más empinada de riesgo social que jamás nos hayamos imaginado y que resulta noticia por haber alcanzado el techo más alto de su historia. Acromegalia singular que al referente cinematográfico 'Los lunes al sol' justificaría cambiarle tal título por, desgraciadamente, 'La semana al sol'. Subida del paro en España, que nos sitúa con uno de cada cuatro a verlas vir laboralmente, sin apreciarse luz al final del túnel, o percibiendo una luz tan tenue que paradójicamente nos ciega cualquier ilusión y esperanza al respecto; y eso a pesar de la aparición de Fátima, que se equivocó de pastor al proclamar 'tierra' como navegante perdido en las procelosas aguas económicas actuales, Fátima ministra, que no Virgen, con palabras de milagro próximo que no se las cree ni dios. Pero, además, ¿por qué siempre tiene que asomar una tea verbal cuando llega tan negativo dato oficial?; y es que recordemos que no muy lejos han quedado aquellos brotes verdes del innombrable como para que nos vengan con estas premoniciones de recuperación para el segundo semestre del próximo año.


¿Qué hacer para salvar los muebles de este incendio? ¡Joder! (perdonen la expresión pero no encuentro énfasis igual en ninguna traducción para la ocasión), si fuera fácil no creo que ni siquiera el de la oposición, ese político común que tiene por principio ir en contra del que manda, se pusiera también en contra de 'esa facilidad'. Pero demasiada revolución cibernética y globalización para tan poca oferta laboral, así que la cosa pinta bastos. Entonces ¿qué? Pues al menos a repartir algo más el trabajo que hay, aunque ¡vaya resistencias a salvar de parte de los que lo tienen bien asegurado! Y el problema es éste, que de solidarios tenemos el conjunto de la sociedad lo que tengo yo de sabio. Y por ello el que gobierna debe imponer ciertas reglas que impidan que la mitad de la población ande a la deriva y con tiempo suficiente para argallar su alud y artellar la manera de quitarle a la otra mitad su privilegio.


Entrando en materia, por ejemplo no me explico que con estos niveles de paro nadie haya puesto encima de la mesa la posibilidad de incompatibilizar el trabajo público con el privado; es decir, que aquellos que quieran dedicar su vida laboral a la administración pública lo hagan con toda amplitud y exclusividad. Me extraña, a sabiendas de que sobrarán voces que interpreten esta posibilidad como un ataque a la libertad individual, o virus nocivo para la Administración por descuelgue de los más capaces, pero me extraña, insisto, que nadie, a izquierda o derecha, en una situación tan excepcional como ésta no se atreva a poner en liza tal discusión o debate, pues en situaciones excepcionales no queda más remedio que buscar soluciones excepcionales, o lo que no se ha intentado antes. Pero no solo no se pone encima de la mesa esta idea sino que desde el gobierno no se les ocurre otra cosa que facilitar su trabajo como autónomo al que está en régimen general, rebajando la pertinente cuota de la Seguridad Social; así, más frío de competencia para el que no tiene la espalda cubierta. No me cuadra.


O sí me cuadra por la parálisis de pensamiento disruptivo y si hilo con la interrogante del principio sobre lo qué es mejor, si subir o bajar, pues a la triste subida del paro, la todavía más triste bajada de valoración de los políticos y partidos políticos que ha publicado la última encuesta del CIS. ¿Cuadra o no cuadra? ¿Cuánta correspondencia de ambas entre sí?

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