Opinión

Cuarteto Carducci

La pobre bestia que fuese el objetivo no debía compartir el estado de ánimo, sin embargo la música es alegre, viva, que transmite ganas de vivir porque sí, sin entrar en detalles, por el mero goce de ello. Hablo del Cuarteto “La caza” de Mozart que hoy interpretará el cuarteto anglo-irlandés Carducci en el ciclo Enclave de Cámara.

Mozart escribió un cuarteto que huye de cualquier complicación, que en su sencillez transmite alegría. Ya el inicio augura por donde van a transitar estos minutos de música. Comienza con una especie de rima infantil, a la vez que evoca los cuernos de caza, trasladándonos a un espacio de aire libre y optimismo. Mozart no fue un innovador en lo que respecta a la música de cámara, su producción se enmarca entre dos gigantes de este género: Haydn y Beethoven. Sin embargo, en cuarteto como “La caza” alcanzó niveles de altísima calidad; su imaginación y facilidad para escribir se lo permitían como a nadie.

Después de esta obra llena de optimismo, el Cuarteto Carducci nos trasladará a un mundo más complejo, incluso rozando lo arcano. El conjunto anglo-irlandés nos traslada a Rusia por vía directa, a través de uno de sus grandes compositores: Shostakovich; y también nos acerca a esta tierra evocando temas populares con Beethoven.

Shostakovich escribió uno de los ciclos de cuartetos más importantes, si no el más importante, del siglo XX. Este "Cuarteto nº 11" forma parte de un grupo de cuartetos llamados “Cuarteto de cuartetos”; aquellos entre los números 11 y 14, ambos incluidos, que Shostakovich dedicó a miembros del celebérrimo Cuarteto Beethoven. En concreto, el que nos ocupa está dedicado al violinista Vasili Pyotrovich Shirinsky, que murió en el verano de 1965 mientras el compositor convalecía de una reciente enfermedad. El cuarteto está escrito en fa menor, clave que se utilizaba en el barroco para expresar tristeza e incluso la muerte. Es una obra un tanto críptica compuesta por siete miniaturas interconectadas por un motivo que interpreta el chelo en la introducción y se repite en cada uno de los movimientos.

¿Por qué dos cuartetos de Beethoven llevan el nombre de un diplomático en cuyas manos, en parte, estuvo el destino de Europa? La cuestión es bien simple, el conde (luego príncipe) Razumovski, además de ser un consumado músico, era el embajador ruso en Viena, y uno de los representantes rusos en el Congreso de Viena de 1814, y le encargó a Beethoven dos cuartetos. En honor a aquel encargo se les ha puesto a estas piezas el sobrenombre del conde, y Beethoven tuvo el detalle de incluir en el tercer movimiento un tema folclórico ruso -el mismo tema que aparecerá en las óperas "La novia del Zar", de Rimski Korsakov, y en el "Boris Gudonov" de Mussorgski-.

Es música hasta cierto punto experimental; estamos en un momento que Beethoven experimenta con nuevas formas que nos dejan música que evoca desde el intimismo a una especie de explosión rítmica en el último movimiento.

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