Opinión

Elschenbroich y Grynyuk

Rusia es un país de extremos, y extremo es que a pesar de haber vivido unos siglos, XIX y XX, en los que se sucedían las tragedias a gran escala ha conseguido mantener un gran nivel científico y cultural. Muestra de ello es que la excelencia que los compositores y músicos rusos que continúa hasta nuestros días. El dúo Elschenbroich-Grynyuk enmarcan el programa que nos traen a Enclave de Cámara con celebres obras de dos de los mayores y más afamados compositores rusos, y en medio, Beethoven.

Los dos compositores rusos son Stravinsky y Prokofiev. Dos figuras de una enorme trascendencia y cuya obra fue reconocida en vida. Sin embargo, a pesar de este reconocimiento internacional, sus destinos fueron muy diversos. Stravinsky abandonó Rusia en su juventud y renegó de la República Soviética, aunque en su música tuvo presente sus raíces rusas. Prokofiev se quedó en Rusia, colaboró con otros artistas soviéticos (fruto de su relación con el director cinematográfico Einsestein tenemos las bandas sonoras de “Alexander Nevsky” e “Iván el Terrible”), a la vez que triunfó en su país y en el extranjero. Sin embargo, la represión estalinista no se olvidó de él y fue censurado en repetidas ocasiones (sin olvidar que su esposa, la española Lina Llubera, paso ocho años encerrada en un gulag).

Todo comenzó con el encargo del gran empresario del ballet, Diaghilev, para que trabajase sobre música del compositor barroco napolitano Giovanni Battista Pergolesi (aunque parece que la música de esta Suite Italiana no es únicamente debida a la inspiración fruto del estudio de Pergolesi; parte del material que se proporcionó al compositor ruso era Domenico Gallo y Carlo Monza) con el fin de escribir un ballet. Stravinsky lo hizo, escribiendo un ballet que fue un gran éxito y cuyos decorados diseñó un malagueño llamado Pablo Picasso. De paso, Stravinsky inició en su carrera un nuevo periodo compositivo inspirado en los maestros de antaño y que se ha denominado periodo neoclásico.

La Sonata op.119 de Prokofiev fue escrita para uno de los chelistas más celebres del siglo XX: Rostropovich. Fue compuesta después de la Segunda Guerra Mundial y en un momento que la música de Prokofiev era mal vista, hasta el punto que esta obra tuvo que pasar varias audiciones por parte de funcionarios del régimen para ver si cumplía con los deseos de éste. Parece que así fue porque en 1951 la pudieron estrenar Richter y Rostropovich.

 Entre las obras de estos dos compositores rusos de destinos muy diferentes, Beethoven, siempre genial. Ambas sonatas muestran la compleja personalidad del compositor de Bonn. Escritas con absoluto rigor, sin que ello limite la imaginación temática, y esa sensación elegiaca que parece dirigirse a la humanidad en su conjunto.

¡Que disfruten!

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