Opinión

Ensayo de una función de Shakespeare

Sentado en una mesa descubrimos a Shakespeare, que en el siglo actual continúa enterrado en la abadía de Westminster.

-¡No aguanto a estos aficionados al teatro! Ni el gato se ha presentado puntualmente al ensayo.

(Aparece una mujer que interpreta el personaje de un hombre).

-¡Pero... quién está aquí! William Shakespeare. Buenas tardes.

-¡Hola!

-¿Soy la primera, digo el primero, en llegar al ensayo?

-El primero, digo la primera, tú lo has dicho. Una mujer que hace el papel escrito para un hombre, no puede aparecer con un cutis igualito al trasero de un niño recién nacido.

(Aparece el actor que hará de novio muy compungido).

-¿Sabéis lo que me pasa? ¡Me pasa de todo!

-¿Qué te ocurre jovencita, digo jovencito?

-Que voy a dimitir. Al parecer me excedo en las escenas de amor y, para mi personaje, cuando el amor no es locura, no es amor.

-Al menos -dice Shakespeare- tú actúas de hombre, siendo o que eres. Lo peor sería que el papel de novio lo hiciera una mujer. Recuerden que se trata de una obra con un enredo romántico a cuatro bandas, en el que se mezclan la pasión, los celos, la traición y unas gotitas de amor verdadero. Pero menos divagaciones y comience el ensayo.

Mientras, fueron llegando los que faltaban y hubo ensayo.

Por cierto, el local preferido por William Shakespeare para sus ensayos se halla en la orilla izquierda del Támesis, en Londres, porque compró el ochenta por ciento de las acciones del local. Y el grupo a que hacemos referencia celebra los ensayos en la orilla derecha del Miño, en A Ponte.

Y no se trata de la obra "Romeo y Julieta", que en el inglés de Oxford se pronuncia "Romio y Chulieta", aproximadamente.

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