Opinión

Algo pasa al PP...y no es bueno

Millones de españoles han votado al PP con la esperanza no solo de que pusiera punto final al peor gobierno que ha habido en España sino también para poner en marcha un gobierno fiable y que tomara decisiones fundamentales para corregir los muchos errores cometidos. Entre ellos, la falta de respeto a España y a lo español

De un tiempo a esta parte se desdibuja la imagen de un PP que parecía símbolo de eficacia. Feijóo dio libertad de negociación a sus barones regionales, pero nadie de la ejecutiva se preocupó de vigilar que sus pactos los  hicieran con un mínimo sentido común, pensando en el PP más que en intereses personales. Cualquiera con dos dedos de frente los habría aplazado a después de las generales, como hicieron López Miras y Azcón, pero nadie desde Génova les dio instrucciones, necesarias cuando alguien demuestra que de política sabe lo justo.  

Desde el  congreso de Sevilla se vio que en el equipo de Feijóo faltaban cabezas que se movieran bien en la política nacional, y faltaban también expertos en estrategia, campo importante  cuando  el PSOE y Podemos cuentan  con un buen plantel en esa importante materia. El resultado del 23-J fue una sorpresa para todos, incluido para Sánchez, pero Génova, Feijóo, no corrigió el rumbo. Y se acumulan errores  que en ningún caso se habrían producido si alguien marcara líneas a seguir e indicara a las figuras del partido que antes de tomar decisiones hay que consultarlas.  Una cosa es que Feijóo tenga el máximo respeto hacia los dirigentes de su partido y les dé libertad de actuación,  y otra que se transmita la idea de que nadie controla nada en el  PP, que falta autoridad.

Borja Sémper, cuyo nombramiento fue un acierto, ha cometido varios fallos de bulto, pero el del martes pasado fue muy grave.  Además se produjo en un debate que había provocado escándalo previo porque era la primera prueba palpable de que Sánchez se sometía a las  exigencias de Puigdemont. Unas exigencias lingüísticas que Bélgica ni entró a analizar, y que han provocado   estupor en el mundo. 

Sémper, explica, pretendía  dejar de manifiesto que las lenguas regionales no son patrimonio de la izquierda. Bien. Pues te levantas, tomas la palabra, dices que las lenguas  regionales son de todos y que tú mismo defiendes su supervivencia con el mismo interés  que cualquier abertzale,   pero sin esa idea demencial de convertir el parlamento en una cámara de pinganillos. Y  a continuación, anuncias que te va expresar con unas  frases en euskera para demostrar que también es tu lengua además del castellano. Pero no lo hizo, y ha provocado que un debate que es un despropósito y traerá mucha cola, haya pasado a segundo plano porque lo más destacado del debate es que Borja Sémper actuó como  los otros diputados que bailaban al son marcado por el prófugo.

¿Qué está pasando en el PP?

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