Opinión

Cayó Ternera

Su nombre es un símbolo, Josu Ternera ha sido todo lo malo que se puede ser en una banda terrorista, que es mucho. No le tembló la mano a la hora de diseñar  operaciones que  implicaban docenas de muertos.

Ordenó algunos de los atentados más sangrientos y, tras cumplir prisión en Francia, sus compañeros y simpatizantes de la cámara parlamentaria vasca  cometieron la insensatez, la desfachatez, de elegirlo miembro de la comisión de Derechos Humanos. Un insulto a las víctimas, una prueba de la perversidad en la que se movía el terrorismo etarra, que hasta bien avanzada la Transición tuvo apoyos en una parte importante de la sociedad vasca y de sus representantes, que encima  presumían de demócratas y de respetar  las ideas que libremente  asumía cada uno.

El trato de favor recibido por el parlamentario Josu Ternera demuestra la  cobardía de quienes durante años ampararon una banda  que sembró de muertos y heridos a toda España. Incluida la España vasca. 

Josu Ternera ha estado huido durante los últimos 17 años, localizado varias  a veces por los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado  que llegaron a vigilarlo muy de cerca entre otras razones porque estaba obligado a recibir atención médica por un cáncer supuestamente terminal. Logró escapar de sucesivos cercos y ahora, detenido en Francia, quizá se logre saber con qué colaboración contaba para sortear a la policía, guardia civil y CNI, porque todo apunta a que algún traidor pudo haberle pasado avisos de que se le había encontrado y se procedería a su detención de forma inmediata.

ETA está acabada aunque quedan unas docenas de terroristas en la calle, pero  sin capacidad de maniobra. La detención de Ternera demuestra que a pesar de que ETA está acabada, las fuerzas de seguridad no olvidan, se empeñan en cumplir su tarea hasta el final.  Por propia responsabilidad y porque no olvidan a los muchos compañeros perdidos en la lucha contra el terrorismo.

Ha caído el hombre que representa mejor que nadie el destrozo que ha hecho ETA a la sociedad española, el horror sufrido durante cuarenta años, el escarnio a las víctimas, la hipocresía de algunos hombres y mujeres que hoy buscan formar parte de las instituciones democráticas y que en tiempos ampararon a los asesinos  y en algunos casos hasta formaron parte de ellos.

Josu Ternera está bien detenido. Se han acabado sus años de fuga y merece cumplir años y años de prisión. Por dar orden de cometer docenas de asesinatos, la casa cuartel de Zaragoza el más brutal de ellos, y porque desde su  puesto de mando alentó el terrorismo y justificó su actividad sangrienta.

Los jueces marcarán su futuro y habrá que acatar sus decisiones. Solo cabe esperar que esos jueces sean tan implacables con Ternera como él lo ha sido con aquellos a los que sentenciaba en su momento a muerte  y ordenaba que fueran asesinados. Entre ellos niños que no levantaban un palmo del suelo.

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