Opinión

La conversación

No era la primera conversación telefónica que mantenían Trump y Rajoy, ya habían hablado antes de que Trump tomara posesión como presidente, pero había ganado las elecciones. Fue aquella vez en la que Trump contó a Rajoy los  buenos recuerdos de unos días que había pasado en Barcelona y también ahora quiso halagar a Rajoy con bellas palabras sobre España y los españoles. Pero no son las frases de cortesía las que interesan, sino el contenido. 

Que a poco que se conozca cómo funcionan estas cosas, seguro que fue bastante más allá de que el presidente Rajoy se ofreciera como interlocutor ante Latinoamérica y la propia Unión Europea, que los dos cambiaran impresiones sobre la situación en el Magreb, y que Trump le expusiera a Rajoy uno de sus temas favoritos: que los miembros de la OTAN deben contribuir con más dinero a su defensa.

Se ha criticado que Rajoy se presentara como mediador ante Latinoamérca pero habría que preguntarse si hay otro presidente que pueda cumplir mejor ese papel. Por cuestiones de historia común, de cultura, de lengua y, sobre todo, porque las relaciones con Latinoamérica han sido prioritarias para la acción exterior. Incluso ante regímenes dictatoriales, autoritarios y corruptos, con los que nunca se han roto relaciones precisamente por tratarse de países que se consideran sentimentalmente muy próximos. 

Es más dudoso en cambio que Rajoy pueda convertirse en intermediario de Trump en la UE:  no lo será Theresa May, con medio pie fuera porque ha optado por el Brexit, pero seguro que si Trump quiere hacer buenas migas con la UE después de haber hecho toda clase de declaraciones contra el proyecto europeo, buscará “amigos” con más poderío como Alemania, Francia o Italia. Aunque Rajoy pisa en Bruselas con más peso del que se le supone en España, aunque no sea más que por veteranía y por la estabilidad del país que gobierna, frente a otros a los que, a día de hoy, no les llega la camisa al cuerpo ante la posibilidad real de que partidos antieuropeístas logren hacerse con el poder.

No es difícil deducir, aunque los comunicados posteriores han sido muy parcos, que la lucha contra el Daesh ha ocupado gran parte de la conversación entre ambos presidentes. La única posibilidad que tiene el presidente americano de enderezar su debilitada imagen es conseguir que el Daesh sea aniquilado. Para ello necesita información y España la tiene muy buena - el CNI hace un trabajo fuera de serie del que Trump seguro que ya tiene noticia-, y para cualquier tipo de acción contundente además de la suma de fuerzas  de Estados Unidos, Rusia, Turquía, Irán y kurdos, hay que contar con bases en el Mediterráneo. Rota y Morón son fundamentales.

Por tanto, se pueden hacer bromas y comentarios sobre cómo transcurrió la conversación telefónica entre Mariano Rajoy y Donald Trump, pero los asuntos a tratar eran básicos para los países que gobiernan… y para todo el mundo.

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