Opinión

El domingo comienza el futuro

Rajoy, Sánchez, Iglesias, Rivera, Díez, Díaz, Garzón… los hombres y mujeres que han protagonizado la vida política española en los últimos tiempos se juegan todo este domingo. Su futuro depende de los resultados de unas elecciones que van más allá de lo que supone configurar nuevos gobiernos regionales y autonómicos. 

La aparición de nuevos partidos, aparentemente potentes y la aparición también de tensiones internas en diferentes partidos, provocan que el 24-M se pueda convertir en un antes y un después para dirigentes que hasta ahora nadie cuestionaba; puede convertir en flor de un día, o de unos meses, a personajes que en muy poco tiempo han alcanzado tanto protagonismo que ellos mismos se veían como seguros presidentes de gobierno a medio –o incluso a corto plazo- , y puede enviar a casa a dirigentes del máximo nivel que encontrarán miradas hoscas a su alrededor si no cumplen las expectativas y se verán obligados a pasar a segundo plano.

Los sondeos son claros: la campaña ha supuesto un impulso para PP y PSOE, disminuyen las expectativas iniciales de Podemos y Ciudadanos, IU queda en una situación crítica y UPyD podría desaparecer del mapa. Los nacionalistas quedan desdibujados en esta convocatoria porque ni Cataluña ni País Vasco celebran elecciones autonómicas, ni tampoco una Galicia en la que el BNG lleva con problemas mucho tiempo. Pero tanto al PNV como a CiU y ERC les importa mantener su influencia en los más destacados ayuntamientos si pretenden seguir pisando fuerte en sus respectivas comunidades.  
 

BIPARTIDISMO SÍ O NO

Lo que hace especialmente atractivas a estas elecciones es sin embargo detectar si los españoles quieren o no mantener el sistema que se ha impuesto en estos 40 años de democracia: un bipartidismo sólidamente asentado, con gobiernos alternativos del PSOE y del PP, y media docena más de partidos menores, entre los que destacaban PNV y CiU porque servían de soporte al PP y PSOEcuando se encontraban en minoría… a cambio de beneficios para sus respectivas regiones. Ahora se verá si se ha puesto punto final al predominio de las dos fuerzas tradicionales y, como ocurre en otros países europeos, a partir de ahora los dirigentes de los partidos ganadores se verán obligados a formar gobiernos de coalición. 

Las encuestas dibujan un panorama de cuatro partidos pisando fuerte, pero Rosa Díez y Garzón insisten en que ese escenario no es el que ellos advierten en la calle. Falta poco para demostrar quién tiene razón. Pero en cualquier caso es un hecho que debe ser aceptado que con la irrupción de las nuevas siglas es muy difícil que puedan repetirse mayorías absolutas en el gobierno central, en los autonómicos y en los municipales. Pero si hasta ahora el PP solo podía gobernar allí donde alcanzara mayoría absolutas pues en caso contrario todos los demás partidos se unían contra él, ahora cabe la posibilidad de que Ciudadanos se incline en unos casos por apoyar al PP y en otros al PSOE en función de las distintas circunstancias, en las que más que ideologías van a jugar papel importante las simpatías personales.

LOS RETOS DE RAJOY Y SÁNCHEZ

Hasta hace apenas un mes, existía la convicción de que Rajoy y Sánchez se jugaban en estas elecciones su continuidad como candidatos a la presidencia del gobierno. Rajoy ha echado abajo esa idea al reiterar que piensa ser candidato, lo que ha callado las voces que le cuestionaban en privado, y además se ha volcado en la campaña electoral y ha demostrado que cuando quiere sabe mostrarse cercano e incluso provocar entusiasmo en la militancia. Hoy, no se le cuestiona. También Pedro Sánchez se encuentra en mejor situación que tiempo atrás, pues Susana Díaz ha perdido puntos al no lograr el resultado que buscaba con el adelanto electoral, y sobre todo al no llevar con suficiente buena mano las negociaciones para formar gobierno en Andalucía. Su distanciamiento público respecto a Sánchez deja mal sabor de boca y, en apenas unas semanas, ha provocado que nadie se refiera ya a sus aspiraciones nacionales.  

A Rajoy se le exige que mantenga los feudos tradicionales del PP, Madrid y Valencia. A Pedro Sánchez, que el PSOE quede por encima de Podemos, que es lo fundamental y, segundo, que recupere el gobierno de Extremadura, que hasta hace 4 años siempre había estado en manos socialistas. Si además consigue arrebatar Castilla-La Mancha a Cospedal, Sánchez saldrá catapultado hacia las alturas y sin que nadie le cuestione.

Para el PP es importante mantener la presidencia de esta comunidad, por ser candidata la secretaria general. A Cospedal le afecta negativamente compaginar su cargo con la secretaría general del partido. No por un problema de agendas, o de tiempo, sino porque la secretaría la ha convertido en la persona que ponía la cara ante los numerosos problemas del partido, desde la corrupción hasta la dureza de algunas de las medidas aprobadas por el gobierno. Lo que aprovechó la oposición para tratar de restarle votos.

Para analizar los resultados es necesario partir de una base que pocos tienen en cuenta: cómo quedaron PSOE y PP en anteriores elecciones autonómicas y municipales. La diferencia en votos se ha movido siempre en un porcentaje de décimas, menos de un punto, lo que indica que las fuerzas han estado siempre muy igualadas. Con una excepción, el 2011, donde el PP se colocó 9 puntos por encima del PSOE. El momento en el que se celebraron las elecciones lo hizo posible: el gobierno de Zapatero no había detectado la crisis económica, que mostraba ya su peor cara, y además el presidente se había visto obligado pocos meses antes a aceptar las exigencias de la Unión Europea para evitar el rescate, lo que echó abajo algunas de las políticas sociales que hasta entonces había sido señas de identidad del partido. Ahora por tanto, es probable que de nuevo la suma de votos de PP y PSOE se encuentren nuevamente muy igualadas, como ha sido tradicional en España. El PSOE perderá votos hacia Podemos y Ciudadanos, y el PP hacia Ciudadanos.

LA “PÁJARA” DE PABLO IGLESIAS 

El morbo está en los dos partidos emergentes. Iglesias, que tras su éxito europeo llegó a decir que abandonaría la política si no era presidente la próxima legislatura, retoma ahora esa idea y, además de quejarse del cansancio que provoca la campaña electoral, empieza a admitir abiertamente su decepción con la política y anuncia que no piensa dedicarse a ella definitivamente, que le gusta su profesión de profesor universitario. Por otra parte el giro hacia la moderación ha provocado no solo que Monedero se quedase en el camino sino que los más afines al 15-M y los antisistema no tienen ya un referente.

Rivera por su parte, en función del resultado del día 24, decidirá si mantiene o no su proyecto nacional, que ha creado tan precipitadamente que ha nacido con algún que otro problema serio, porque muchos de sus candidatos no presentan la trayectoria adecuada. Su principal problema ha sido la imagen de “marca blanca” del PP, de la que ha intentado despegarse en el último tramo de la campaña.

La noche del PP será apasionante. Puede cambiar el mapa de España.

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