Opinión

El peor escenario

Hay unanimidad en que Roger Torrent ha iniciado su andadura como presidente del Parlament con un mensaje conciliador, da la impresión de que ha asumido rapidez la carga institucional del cargo y parece dispuesto a respetar la ley. 

Se advirtió mesura en su discurso inaugural y también la ha demostrado en sus primeras declaraciones, en las que se ha mostrado prudente  en las respuestas a las preguntas de periodistas.  Sin embargo, nadie puede respirar tranquilo, los independentistas han demostrado su facilidad para mantener una permanente doble cara y asumir como normal el engaño. Pero en principio no es lo más preocupante que Torrent pueda utilizar el parlamento para arremeter contra la Ley, la Constitución, el Estatut y el reglamento del parlamento. Lo que tendría  muy graves consecuencias sería que Puigdemont lograra ser investido presidente.

 Tranquiliza que  el 155  se puede activar en cualquier momento y  el gobierno central asumiría nuevamente  las competencias del gobierno catalán díscolo, pero el coste social y político, incluso en el plano internacional, sería inconmensurable. Es precisamente lo que pretende un Puigdemont capaz de cualquier cosa con tal de recuperar el puesto perdido y, también,  capaz de cualquier cosa con tal de dañar a España y a todo lo español.  Y nada hay más dañino para un país que quedar desautorizado, ridiculizado, incapaz de mantener el orden.  

Puigdemont  maneja como nadie los escenarios y además no tiene nada que perder después de encontrarse sin la presidencia del gobierno, perseguido por la justicia,  acogido en un país en el que ya le están diciendo que tiene que residenciarse y buscarse un modus vivendi  porque así lo exige la ley, y donde pronto empezará a recibir menos visitas. En cuanto haya un nuevo Govern. En esa situación,  su objetivo es ser investido presidente como sea y con la fórmula que sea. Y si no puede serlo porque la Mesa le obliga a cumplir con el reglamento, que el candidato debe estar presente en la sesión de investidura, se puede apostar a que ya está dando vueltas a cómo entrar en España, en  la sede del Parlament y en el hemiciclo, sin ser detenido previamente.  

Si lo consigue, dará un golpe mortal a Mariano Rajoy, a las Fuerzas de Seguridad del Estado, porque evidentemente no es lo mismo detener a quien se encuentra huido en Bruselas, que detener a quien acaba de ser elegido presidente  por unos diputados convocados probablemente   en secreto, y que renunciarían  al debate previo para no dar tiempo  a la actuación policial.

Es el peor escenario posible … pero se puede dar.  Los independentistas no se paran en barras y harán lo que haga falta para que Puigdemont sea investido. Por las buenas o por las malas. 

Cualquier esfuerzo para impedir ese escenario debe  ser apoyado por el bloque constitucionalista. Puigdemont no puede salir de Bruselas y, si lo consigue, hay que evitar que llegue a la sede del Parlament.

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