Opinión

El error de Pedro Sánchez

El barómetro del CIS demuestra que Pedro Sánchez se equivocó de medio a medio con su "no es no" al gobierno de Rajoy. Desde que fue defenestrado por su propio partido para enmendar el rumbo, permitir la investidura de Rajoy y acordar una serie de cuestiones fundamentales para la marcha del país, el PSOE ha subido en estimación de voto, como indica el último estudio. Con Sánchez iba directo al abismo.

No es el único error de su corta carrera como secretario general, pero no se enmienda sino todo lo contrario. Acabamos de saber que su interés por la política no es tan alto como se suponía, sino que el candidato socialista la utiliza como fórmula indispensable para alcanzar su objetivo: ser nuevamente secretario general del PSOE, paso previo indispensable para la presidencia de gobierno.

Pedro Sánchez ha declarado al periodista Arsenio Escolar que si pierde, dejará la política. Es decir, no peleará desde dentro del PSOE –donde sigue militando- para defender su proyecto, no será la voz de sus seguidores allá donde sea llamado, no intentará ser diputado o cualquier otro cargo electo para intentar que los socialistas que hoy le respaldan tengan quien les represente en el futuro. Nada. Dejará la política y, como dice en esa entrevista, se buscará la vida, un trabajo diferente, como cualquier otro ciudadano. Sin más puertas giratorias que las de su casa y su familia, una declaración que le honra.

Es evidente que Pedro Sánchez, cuyos errores  provocaron la movilización de un porcentaje alto de dirigentes para neutralizarlo antes de que se produjera la demolición irreversible del partido, no es un político al uso. O habría que decir que no representa aquello que se espera de quien se dedica a la cosa pública. Aunque en honor de la verdad hay que reconocer que no son tantos los políticos que verdaderamente piensan en los demás antes que en sí mismos. Pero cuando se aspira nada menos que a la presidencia del gobierno, cargo que implica muchos sacrificios a pesar de los muchos privilegios, al menos deben aparentar que asumen que la  política tiene algo de sacerdocio, de dedicación plena para buscar con fuerza el bien común. 

Pedro Sánchez sin embargo, con sus declaraciones –que gan debido disgustar a sus leales- ha reconocido que no piensa en la política para intentar  un mundo mejor y que los ciudadanos tengan más calidad de vida, sino que quiere poder. Se le nota además un cierto resentimiento, una cierta sed de venganza, un cierto deseo de enmendar la plana a quienes lo desalojaron de la secretaría general y, también, dar una lección a aquellos que, formando parte de su círculo más cercano, no tardaron mucho en abandonarle para acercarse a posiciones más seguras.

Hay pocos ejemplos de grandeza en la vida pública, es cierto, pero cuando alguien aspira a llegar a lo más alto, al menos debe defender que la política es una actividad de dedicación a  lo demás, y no que, a través de ella, solo se pretende poder.

Te puede interesar