Opinión

Es la inmigración, estúpido

 

El gobierno belga está a punto de disolverse al romperse el acuerdo entre el primer ministro Charles Michel –poco amigo de España- y el partido nacionalista flamenco. La razón, la disconformidad de los flamencos con la política migratoria de Michel, que consideran excesivamente dadivosa para quienes llegan a Bélgica en busca de mejor fortuna. En Francia, Macron lleva días de pesadilla con los “gilets jaunes”, centenares de miles de personas ataviados con chalecos amarillos que han bloqueado el país y provocado centenares de heridos. Todo empezó como una protesta por la subida de los carburantes, pero en las calles de la protesta se escuchaban también gritos contra los inmigrantes y los refugiados. El discurso lepenista ha calado también entre los amarillos, y la protesta ya no se centra solo en la subida de la factura energética.

El “brexit”, el referéndum que ha conmocionado a toda la Unión Europea en general y a los británicos en particular, se ganó con la bandera de la inmigración y las imágenes de las docenas de miles de personas que se amontonaban en campamentos de Calais buscando la oportunidad de atravesar de alguna manera el canal de la Mancha, y para nadie es un secreto que el argumento de “América first” con el que Trump se convirtió en presidente de Estados Unidos garantizaba mano dura contra los millones de inmigrantes ilegales que residen en Estados Unidos y contra los millones más que tienen como objetivo superar los distintos muros legales y físicos con los que Trump intenta cerrarles el paso.

La inmigración es el argumento que explica el euroescepticismo, el auge de los partidos de extrema que llega a países que nunca habían visto al inmigrante como un peligro –los nórdicos por ejemplo- y explica en buena parte también que Vox haya irrumpido con tanta fuerza. En este último caso la falta de criterio del gobierno de Sánchez, sumado a la desorganización para acometer la llegada masiva de emigrantes y la falta de control en los centros de internamientos donde deben permanecer hasta que se decida su destino –retorno o aceptación-, ha hecho que el discurso de Vox, exigiendo control y garantías de que los inmigrantes no perjudicarán los derechos de los ciudadanos españoles, haya calado con fuerza, convirtiéndolo en un partido que ha concitado las simpatías de centenares de miles de andaluces de todas las ideologías y, como no espabilen los partidos tradicionales, se puede hacer con millones de votos en las elecciones europeas, municipales y autonómicas de mayo. Que son unas elecciones que en buena parte deciden el resultado de las generales.

Se ha repetido hasta la saciedad la frase “Es la economía, estúpido”, que un inteligente asesor de Clinton le sopló para que ganara las elecciones. Ha quedado desfasada hoy ante el problema que más preocupa a los ciudadanos de todo el mundo desarrollado, que se inclinan por los partidos que dicen “Es la inmigración, estúpido”.

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