Opinión

Los modos podemitas

Los alcaldes de Podemos, y sus afines, no pierden ocasión de hacer creer que son los únicos habitantes de la Tierra con sensibilidad, que se preocupan por los menos favorecidos, que se duelen de la desigualdad social y que cuentan con un corazón mucho más grande que cualquier otro mortal. Sin embargo, la mayoría de los alcaldes y concejales que desgraciadamente nos han tocado en suerte a algunos, no pueden presumir de nada, excepto de demagogia y de buscar adeptos con los métodos más detestables.

Carmena se hizo acompañar de fotógrafos cuando se acercó a saludar a los indigentes que cenaban en el Palacio de Cibeles a costa del Ayuntamiento. Todos los años se organiza esa cena, y los sucesivos alcaldes acuden a desear lo mejor a quienes no cenarían si no fuera por el ayuntamiento, como acuden también a dar su apoyo a los bomberos y miembros del Samur que hacen guardia mientras otros celebran el encuentro familiar. Pero nunca han acudido con fotógrafos, nunca han utilizado esa ocasión para ponerse medallas. Sin embargo los podemitas de Madrid y de otras ciudades españolas, aprovechan cualquier oportunidad para hacerse propaganda a costa de las desgracias ajenas, llámense indigentes, desahuciados, o personas que no tienen con qué pagar los servicios más elementales. Personas en situación marginal las hay en todas partes, por desgracia, y ¿alguien puede pensar que solo son atendidos allí donde gobierna Podemos y afines? Sin embargo, solo ahora, con Podemos en el poder, se ha utilizado políticamente las miserias ajenas.

Mujeres que se han metido en la piel de reyes y pajes en cabalgatas las ha habido a docenas, pero nadie ha puesto carteles con sus fotografías presumiendo de ejemplo de política de igualdad. Igualdad es otra cosa. Y para defender la igualdad, la fraternidad y la libertad no hace falta llegar al esperpento de cambiar los nombres de unos reyes magos. Ni tampoco herir la sensibilidad de los niños rompiendo sus esquemas, sus sueños, imponiéndoles unas cabalgatas que no tienen nada que ver con la imagen de los Reyes Magos, lo que representan en sus vidas infantiles.

Esos alcaldes y concejales que tanto presumen de ser más cercanos que nadie a la gente de a pie, parece que nunca se han preocupado de hablar con un crío, jamás se han emocionado con la cara absorta e incrédula de un niño ante una cabalgata en la que los Reyes son magos, no DJ que irrumpen con música de discoteca y bailes de mayores.

Manuela Carmena, que tanto presume de ejercer de abuela, con su gélida y esperpéntica cabalgata madrileña ha demostrado que se preocupa poco de conocer cómo son los niños cuando son niños. A lo mejor en su familia crecieron sin haber tenido la oportunidad de conocer los nervios, los anhelos, los miedos y la magia de la noche de Reyes.

Tienen mucho que aprender los podemitas. Sobre todo, que son innobles determinados comportamientos en los que intervienen los sentimientos.
 

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