Opinión

El sanchismo empieza a desvariar

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ante el Parlamento Europeo.
photo_camera El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ante el Parlamento Europeo.
A pocos meses de que se celebran tres elecciones importantes: vascas, gallegas y europeas, el crédito de Sánchez es decreciente”

Se ha sabido ahora que la cita entre Santos Cerdán y Carles Puigdemont se celebró en algún lugar de Suiza porque las localidades que se manejaron previamente en otros países fueron descartadas por Junts. Temía el partido independentista que el ex presidente de la Generalitat pudiera ser detenido, pues está reclamado por la Justicia española. Ahora es Pedro Sánchez el que podría reunirse con Puigdemont, no porque sea indispensable la presencia del presidente español para negociar directamente con el catalán. Tiene a Cerdán y a Bolaños dispuestos a acudir a donde sea y entrevistarse con quien sea, tanto el mismísimo diablo como un prófugo de la Justicia. Pero Puigdemont quiere que su interlocutor sea Sánchez, porque busca la foto.

Son importantísimas las fotos, lo sabe el ex presidente catalán mejor que nadie, conoce a fondo el mundo de la comunicación y se nota: a Santos Cerdán lo recibió en la sede del Parlamento Europeo y en compañía de Iratxe García, la presidenta del grupo socialista del PE; del total, no del español. 

Se ha pasado media legislatura explicando a sus “súbditos” quién era Puigdemont, cuáles sus fechorías y pidiéndoles que votaran a favor de que se le levantara la inmunidad al prófugo para que pudiera ser llevado ante un tribunal español. Para mayor escarnio, la foto se hizo bajo un gran retrato que recogía alegóricamente la independencia de Cataluña. 

Iratxe tuvo que tragar con todo, con lo que su prestigio ante la familia socialista europea ha quedado muy tocado, y Puigdemont pretende hacer lo mismo con Sánchez. No le sirve la foto con Cerdán ni con Bolaños, busca la del mismísimo Sánchez. Y en eso están.

Esta semana ha sido una de las más tristes para España porque, al fin, el sanchismo ha empezado a pagar el precio que le habían exigido sus socios de gobierno. Conocido ya el de Junts, la lengua catalana en el PE –que han rechazado las autoridades europeas- los encuentros con el secretario de Organización del PSOE y ahora con el presidente de Gobierno, si se cumple, se ha conocido el precio exigido por Bildu: la alcaldía de Pamplona. Sánchez no ha puesto ningún problema. 

Está ya en marcha el procedimiento y en unos días Pamplona tendrá de nuevo un alcalde de Bildu, aunque en esta ocasión con más fuerza y respaldo, porque cuenta con el aval explícito del Gobierno español.

Las dudas están en lo que sigue a esta “alcaldada” a qué pactos ha llegado Sánchez con Bildu para el día después de las elecciones autonómicas vascas. Fuentes socialistas creen, aunque no tienen constancia, que lo pactado fue la alcaldía de Pamplona para Bildu y lehendakari socialista con el apoyo de los separatistas vascos. Otras fuentes, no socialistas sino habituales en la rumorología, afirman que es más lo acordado: Pamplona y un lehendakari de Bildu con apoyo del PSE. En cualquiera de los dos casos, la víctima es el PNV, que pagará muy cara su “traición” al PP, al votar a favor de la moción de censura que presentó Sánchez a Rajoy y lo dejó sin gobierno, a pesar de que solo tres días antes el PNV había votado a favor de los Presupuestos. En estos momentos, el PNV tiene muchas papeletas para quedarse sin Gobierno vasco, y el despacho del lehendakari en Ajuria Enea sería ocupado por un socialista o un dirigente de Bildu.

La ola de difícil aceptación

Poco a poco se va extendiendo por toda España la ola de partidos que millones de españoles consideran un peligro para la democracia, gracias a que la pérdida de las elecciones por parte de Sánchez le ha llevado a pactos con grupos que jamás tendrían cabida en un gobierno democrático. Pero el precio a pagar para ser investido presidente nos lleva a sentirnos avergonzados del Gobierno que tenemos y más que preocupados por el precio que está pagando por los apoyos. Toda su estrategia para tratar de desacreditar al PP pasa por su cercanía con Vox, pero los pactos de la indignidad los protagoniza Pedro Sánchez.

Puigdemont además hace alarde de cómo tiene agarrado a Sánchez y lo humilla públicamente todo lo que puede. En Estrasburgo estuvieron a centímetros de distancia, y Puigdemont se dedicó a mantenerse quieto, mirándole de forma displicente, de superioridad, mientras la cámara enfocaba a Sánchez y Albares, situados justo delante.

Sánchez pensó que la mejor defensa ante los españoles críticos con su deriva era un buen ataque, En este caso a Manfred Weber, el presidente del grupo parlamentario del PPE; lo mismo que Iraxe con los socialistas, lo es Weber con los conservadores. 

Pero Sánchez se encontró con un contrincante que conoce muy bien lo que sucede en España y, tras la arremetida feroz del presidente español a Weber y a los conservadores, el alemán utilizó toda su artillería verbal contra el presidente español, al que terminó diciéndole que se olvidara de conseguir algún importante cargo en el futuro en la UE. Anuncio preocupante para Sánchez, que aspira al Consejo o a la Comisión: nadie puede ser nadie en las alturas europeas si no cuenta con el apoyo de conservadores y socialistas.

Cambia el clima europeo

También Feijóo ha viajado a Estrasburgo, como presidente de un partido que forma parte del PPE. Se ha entrevistado con todos los jefes de gobierno europeos conservadores, y también con Ursula Von der Leyen -presidenta de la Comisión- y también con la vicepresidenta de la Comisión de la que depende Reynders, el comisario de Justicia. En las dos entrevistas, de una hora cada una, Feijóo explicó en profundidad lo que ocurre en España, las cesiones de Sánchez, la situación de la Justicia y todo lo relacionado con Puigdemont.

Como conclusión, más que la situación de Puigdemont, lo que escandaliza en la UE es todo lo relacionado con la manga ancha para los asuntos relacionados con corrupción y el terrorismo, tanto con aplicación de una amnistía selectiva como a través de la abolición del delito de rebelión y la rebaja del delito de sedición. Y escandaliza todavía más la aceptación del lawfare por los compromisos de Sánchez con los independentistas. Lawfare que implica que los jueces no pueden intervenir en asuntos políticos.

La sensación es, tras el estupor causado por la intervención parlamentaria de Pedro Sánchez en Estrasburgo, en la que logró ofender a los parlamentarios alemanes cuando en su ataque a Weber hizo una alusión intolerable a los modos que aplicaba el nazismo, es que con ese discurso del presidente, a lo que añade la ya muy numerosa información que se maneja en Estrasburgo y Bruselas sobre los pactos con independentistas y Bildu, es que en la UE empiezan a cambiar de idea respecto a Pedro Sánchez. Ya no se le aprecia como un político joven e innovador que se enfrenta a una oposición marcada por el extremismo de derecha, sino que es el propio presidente de Gobierno el que acepta pactos impropios de una democracia con tal de mantenerse en el Gobierno.

A pocos meses de que se celebran tres elecciones importantes: vascas, gallegas y europeas, el crédito de Sánchez es decreciente. Más que la oposición política -Feijóo solo cuenta con un posible aliado, Vox, y el presidente del PP se siente cada día más alejado de sus políticas y de sus dirigentes-, Pedro Sánchez ahora se encuentra con nuevas preocupaciones, independientemente del alto precio que le están presentando sus socios por el apoyo. 

Una, son los problemas en sus propias filas, con Podemos escindido de Sumar sin la garantía de que pueda contar Sánchez en el futuro con los cinco  votos incondicionales de Podemos, y también el temor a que Puigdemont suba tanto en sus exigencias que Sánchez no podría aceptarlas. En su Gobierno no encontrará reticencias, ni uno solo de sus ministros muestra signo de desobediencia, en descrédito de esos ministros, aunque parece no importarles.

Pero sí tiene en contra un colectivo muy poderoso: el de los jueces, que inamovibles en su formación que les sitúa como principales defensores de la Ley, no se doblegan ante las arbitrariedades del presidente. A ello se suma que, en la UE, desde la amnistía y el lawfare ya no miran con tan buenos ojos a Pedro Sánchez. 

Está convencido de que completará la legislatura, pero … Hay que estar muy pendiente de las elecciones de primavera. Si no supera con éxito ese escollo, podría no cumplirse su sueño de llegar a final de mandato.

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