El que dijera que el vertido submarino del 'Prestige', que arrojó al océano unas 60.000 toneladas de fuel, era 'como unos hilitos de plastilina', también dice, refiriéndose a los amagos independentistas de Artur Mas, que 'fuera de España no hay nada'. Mariano Rajoy, en efecto, dice cosas, la mayoría bastante peregrinas, que si pensaba tiernamente en una niña a la que le vendría de perlas que le eligieran presidente en 2008, que '¡Viva el vino!', que cuando hay un problema, lo mejor es no estar ahí, pero lo que no dice es qué demonios le han hecho los españoles para recibir de él, de su política por llamarla de algún modo, un trato tan cruel y desconsiderado.
Rajoy, que dice cosas y que gusta de hacer retruécanos y gracietas verbales que solo él entiende en las ruedas de prensa, bien que solo cuando se le ve contento, nunca ha dicho, que se sepa, que la gente es idiota, y que, por serlo, encuentra divertido rebuscar en los contenedores, acudir a la Beneficencia, hacinar a sus hijos en aulas friolentas, renunciar a que éstos puedan llegar a ser algo en la vida, recibir palos de la policía, que les arrojen de sus casas porque momentáneamente no pueden afrontar las leoninas mensualidades de la hipoteca, o que les roben sus ahorros las cajas donde los depositaron para su custodia. Rajoy nunca ha dicho que la gente sea tonta, y aunque el hecho de votar en masa a un caballero que confunde la mayor catástrofe ecológica de nuestros mares con unos 'hilitos de plastilina' pudiera inducir a sospecharlo, lo cierto es que no debe serlo tanto como el propio caballero parece presumir, pues, por ejemplo, sabía desde hace muchos años que buena parte de la comunidad china campaba por sus respetos, que hacía lo que le daba la gana, que se pasaba los impuestos por allí, que blanqueaba más que el OMO (no confundir con el Ecce Homo), que contravenía ampliamente todas las ordenanzas habidas y por haber, y que seguramente recibía trato de favor, tal vez a cambio de algo, de algunos políticos.
La gente no es tonta. Como mucho, está perpleja, catatónica, muda de asombro, pasmada, ante la realidad que le pintan este Rajoy y sus chascarrillos. Lo malo es que estas cosas crean escuela, y ahí vienen Wert y su verbo para seguir tratando a la gente como lo que no es.