Opinión

De caudillos y caudillas, seguimos sobrados

Los que hemos vivido muchos años soportando la humillación de una dictadura,  porque,  por mucho que los franquistas o francófonos  lo quieran disimular,  su Excelencia, hacía lo que le salía de sus principios, porque éste, al menos,   tenía principios, buenos o malos, eso sí,  guardábamos  la esperanza de que la democracia  serviría para olvidar los modos y maneras  a los que estábamos acostumbrados y  nos traerían un cambio en las formas de gobernar de nuestros dirigentes,  desterrando de una vez  la arrogancia, el autoritarismo y la falta de respeto hacia los ciudadanos.

Pero vemos con resignación, cómo  cada día que pasa,  en estos tiempos convulsos de incertidumbre, trampas, chantajes e imposiciones, los ciudadanos contemplamos atónitos,   con tristeza y desilusión,   cómo  las y los  que ostentan el poder, actúan de una forma muy parecida a como lo hacían las autoridades de  aquel  caudillo que se consideraba  elegido por la gracia de Dios, es decir, hacen lo que les parece, sin dar explicaciones  ni guardar las más elementales normas  de respeto a los ciudadanos que los sostienen  y mantienen, en todos los sentidos. 

 Claro está que hay una gran diferencia;  ahora podemos organizar una manifestación,  gritar, criticar e incluso insultar,  o escribir un artículo como éste criticándolo,  que normalmente te lo publican siempre y cuando ese medio no dependa, cómo en  este caso, de las arcas del dinero público que, por lo visto,  es lo que pretende instaurar esta nueva clase dirigente.

Aunque son abundantes los ejemplos,  me voy a referir a dos casos  de reciente actualidad que confirmarían que, cuando las o los designados para dirigir  una misión, actúan sin el menor respeto a los ciudadanos,  sin atisbos de dudas ni  humildad,  y que demuestran que,  cuanto más subidos están  en el pedestal,  más grande es el fracaso.

Uno,  es el caso del ex seleccionador   Luis Enrique. La derrota de nuestra selección de fútbol en Dakar, no sería tan sonada,  si no tuviéramos que soportar sus frecuentes y   delirantes  declaraciones diciéndonos que era  el mejor entrenador y el que más sabía de fútbol. Pues yo de usted, dudaría, amigo,  al menos dudaría, tal vez hubiera habido otros caminos, otros sistemas,   pero para esto hay que tener unas mínimas dosis  de respeto y  de humildad.

El otro ejemplo no tiene nada que ver, es en distinto ámbito, pero es la misma forma, el mismo aire,  la misma suficiencia;  éste es el camino,  no hay otra alternativa.  

Las declaraciones  que leo en La Región del pasado día 30 de Noviembre,  de la número dos del Ministerio de Transportes, Isabel Pardo de Vera, también adolecen de esa falta de humildad y de dudas, al afirmar, sobre la variante del AVE por Cerdedo: “…. sin barajar opciones que por muchos criterios no serían viables”, defendiendo ese inverosímil proyecto que también patrocina el Sr. Alcalde de Vigo,  de llevar el tren de Ourense A Vigo por la variante  (¡Otra variante!)  de  Cerdedo,  (miren el mapa por favor) hablándonos tranquilamente de una inversión de ¡2.300 millones! Pero ¿es que hemos perdido ya   las referencias a las magnitudes de los presupuestos, cuando en las otras opciones que usted dice, así, sin más explicaciones,  que no son viables,  el costo no sería ni la tercera parte?

Porque. ¿Cómo se puede decir tranquilamente,  así, sin más, que las otras opciones no son viables, cuando la pretensión de llevar el tren por Cerdedo,  es la más larga y la más cara? Si tenemos en cuenta que la distancia   por el valle del Miño,  entre la estación del Puente (Ourense) y la de Guillarey, donde enlazaría con el trazado de la línea de alta velocidad  entre Oporto y Vigo,  que los portugueses  tienen proyectada,   es de poco más de cincuenta kilómetros, no parece tener sentido la idea de un trazado por parajes montañosos, entre costosos  túneles y viaductos y  con escasa población, porque, al fin y al cabo, los trenes tienen sentido si sirven para el desplazamiento de los seres humanos y éstos, a diferencia de las cabras, lobos, liebres y demás,  habitan casi siempre  en los valles de los  ríos y en la costa de los mares.

La variante por Cerdedo, eliminaría la posibilidad de comunicar, además de las ciudades del norte de Portugal,  Ourense con Vigo y su  aeropuerto, donde podría ir una estación, en media hora.  Es para echarle una pensada, amistosamente, sin acritud,   merece la pena.

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