Opinión

Corregir, corregir, y volver a corregir, esa es la cuestión

Como hace una conductora o conductor, ya sea en un circuito de fórmula uno, en un rally o en una carretera o autopista cuando va a su trabajo o a la playa un día cualquiera, con sol o con lluvia, en cualquier circunstancia, no tiene más remedio que ir moviendo continuamente el volante, corrigiendo la trayectoria en todo momento a la izquierda y a la derecha, tratando de conseguir la mejor trazada de una curva o esquivando cualquier obstáculo que se presente en el asfalto buscando siempre la mejor posición para seguir avanzando en su camino.

Algo parecido nos vamos a ir encontrando irremediablemente en todos los aspectos de la vida, civil, militar, clérigo o medio pensonista, ya no digamos en el plano de la política, donde los giros a la derecha o a la izquierda (sin que caigamos en la estupidez de considerar mejor, más inteligente, más guapo y educado, más progresista o más gilipollas a un lado que al otro) son inevitables, y la solución no es otra que ir corrigiendo, rectificando en todo momento. Pero esta corrección tiene que ser rápida, automática, como en la conducción, no esperar tres meses, como en la Región de Murcia, que al final han corregido, han rectificado, por fin han llegado a la increíble conclusión que, como decía aquel torero, hace ya muchos años, creo que se llamaba “El Gallo”; “ Lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible”. 

Hablando de corregir, un amable lector me advirtió que en el artículo de la semana pasada decía que el sr. Feijóo no había logrado la mayoría cuando la obtuvo. De acuerdo, tendría que haber añadido, que no había logrado la mayoría suficiente con sus aliados, para poder ser investido, corregido pues, tal cual. ¿Verdad que es fácil?

El problema es que esto tan sencillo como debiera ser lo de corregir, vemos que cada día hay más gente empeñada en seguir, erre que erre, con sus posturas. De esta forma el que se le mete en su cabecita que hay que derribar presas en los ríos, no permite que se le discuta que puede tener sus consecuencias negativas. El que está en contra de los molinos eólicos o de las placas solares, no duda de su planteamiento ni permite que se le lleve la contraria y menos que tenga posibilidades de corregir su postura, de la misma forma que nuestra paisana, Yolanda Díaz, alias “a biquiños”, no duda, ni mucho menos se le ocurriría rectificar, la ocurrencia de realizar su costoso viaje a Bruselas para rendir tributo al Carles Puigdemont. Pues, “queridiña Yolandiña” y con todos los respetos, yo al menos, dudaría.

 Y así sucesivamente...

Los que hemos vivido en épocas de afirmaciones contundentes y hemos comprobando que las banderas victoriosas tampoco habían solucionado el problema, que los del no pasarán no habrían evitado que pasaran, los del sí se puede han visto que, sencillamente, no se pudo, y que los principios fundamentales, al final, ni eran principios ni fundamentales, solo nos queda, al menos de momento, la vida y el amor. 

Tengo un amigo que se casa.

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