Opinión

El desafío taxista

No es de extrañar que esta huelga de taxistas con extorsión; porque una cosa es no ir a trabajar y otra muy distinta, ocupar por cojones, como dicen ellos,  la vía pública, diera comienzo en Barcelona  y por efecto contagio,  se le  fueran añadiendo los de otras ciudades; Madrid, Valencia, Málaga etc., porque en Cataluña, siguiendo el ejemplo de  las primeras autoridades de su Govern, desafiando las leyes del Estado y presumiendo de que no las obedecen, tiene su lógica que los ciudadanos se instalen a su vez, en la provocación y en el desafío, cuando las leyes que les afectan no son de su agrado. Atracar un banco o un supermercado siempre será delito en cualquier lugar, pero en Cataluña pudiera dar la impresión de que lo será menos, porque el señor, delincuente puede “razonar” que él tampoco obedece algunas leyes, como hacen sus gobernantes. No sé si me explico.

Por lo tanto, no nos debe sorprender cuando al desafío soberanista, indepentista y vecinos, le sigan ahora el desafío taxista, no descartando que después, por parecidos motivos y justificaciones, les puedan seguir el desafío de los camioneros, albañiles, mecánicos, arquitectos, profesores, policías y de todos los que se consideren que no están suficientemente protegidos, pagados y considerados, es decir: por todos, porque en esta competitiva sociedad, siempre habrá insatisfechos y el mal ejemplo que dan las autoridades, producen el efecto llamada,  en este caso,  llamada a la desobediencia de las leyes, y esto siempre lleva por mal camino. Ya lo decía la Biblia: más le valiera que le pusieran una  rueda de molino al cuello… porque lo de dar un mal ejemplo tiene estas  cosas;   da igual que se trate de la autoridad de una región, ayuntamiento o  comunidad, de un cuartel, convento, familia, empresa, de una cofradía o de una monarquía, da igual, el mal ejemplo se contagia como el sarampión.

Esta huelga ha tenido unos claros perdedores: los taxistas.  Su competencia nunca había soñado con tener la mejor promoción de esta forma gratuita. Su comportamiento incívico les ha privado  de toda la legitimación que pudieran tener en sus reclamaciones, en parte con razón, porque además,  no deja de ser un reparto de la miseria, ya que su negocio tampoco era para tirar cohetes, solo le faltaba la competencia de los  Cabify , Uber, Car 2 Go, Emove, Zity, Wible, Muving, motos y patinetas eléctricos y demás inventos basados en el “carsharing” (coche compartido) y en el “low cost” pero, y esta es la más importante distinción de la que no se habla y que es fundamental; en la identificación y en la tarjeta de crédito, sin esto no te subes a ninguno de estos inventos modernos, vamos, ni a un patinete eléctrico, aunque lleves mil euros en el bolsillo.

Los amigos taxistas se han olvidado de una cosa fundamental que afecta a todas las actividades humanas que no sean las vitales, es decir: nacer, comer, respirar, morir, etc.,  que, más o menos, siguen como siempre, en las demás, hay que estar preparados para ir cambiando al son de la música que toque en cada momento, y en las relaciones comerciales, ya no digamos en lo relacionado con el automóvil, el cambio está a la orden del día. Argumentan que han pagado por las licencias, bien, pero también muchos empresarios del sector han pagado por sus naves, utillajes, elevadores, cabinas de pintura, etc., y en muchos casos han tenido que cerrar sin  ponerse a ocupar las calles. Lo primero que no tiene sentido es que se cotice una licencia que expide un ayuntamiento, y se cotizan, porque limitan el número de taxis o VTC que pueden trabajar en una determinada población. ¿Por qué no limitamos también el número de bares, zapaterías, supermercados, tiendas, talleres, etc.? Es absurdo que en un pueblo determinado solo pueda haber diez licencias de taxi, por ejemplo, mientras se pueden poner treinta bares, veinte talleres, seis panaderías o una empresa de alquiler sin conductor con trescientos o mil vehículos.

La actividad comercial; y los taxistas y VTC forman parte de  ella, únicamente debe estar regulada por la ley de la oferta y la demanda, la más dura ley que existe en el comercio, aunque no esté escrita, una licencia municipal para una actividad comercial determinada, debe estar concebida únicamente  para que dicha  actividad se lleve a cabo con las mayores garantías y seguridad en el servicio que prestan al público, pero nunca para limitar el número de los que participan en esa actividad, eso solo deberá regularlo la oferta y la demanda, cuando intervienen  otras instancias, automáticamente aparecerá  el “exprópiese”, la corrupción, los sobres o la mafia, o  problemas como los que hoy sufren  taxistas y ciudadanos.

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