Opinión

La corrupción original

De la misma forma que para la doctrina cristiana todos venimos de origen con el pecado original, por culpa de aquel día aciago en el que los pecadores de la pradera, que diría el añorado Chiquito de la Calzada, Adán y Eva, estaban disfrutando tan ricamente de aquel Paraíso Terrenal, cuando se les ocurrió la peregrina idea de comer la dichosa manzana que le llevaba la culebrita de marras, tendremos que llegar a la conclusión de que algo parecido nos debe pasar con este fenómeno de la corrupción, que parece que también la llevamos incorporado de origen en nuestros genes ya que, a pesar de todos los casos de pringue, juzgados y por juzgar, que los medios de comunicación nos recuerdan todos los días, comprobamos fácilmente que no hay forma de quitárnoslos de encima, con el agravante de que en este caso, no habría pilas bautismales suficientes que pudiesen absolver tantos . ¿Pecados? 

La prueba de lo que digo la tenemos en lo que pasó recientemente en nuestro Congreso de los Diputados en el que una proposición muy lógica, acertada y llena de sentido común, como es la que se deje de pagar su salario a los diputados que voluntariamente no acudan a sus escaños a cumplir con la misión para la que han sido elegidos, de la misma forma que se le descuenta, con mucho menor motivo, al trabajador que ha participado en una huelga, ha sido rechazada por todos los partidos unánimemente, excepto por el que defendía la propuesta, el de Ciudadanos, de Albert Rivera.

Esto es tremendo y desmoralizador, el comprobar que para lo único que se ponen de acuerdo nuestros políticos de izquierda, derecha y de frente, los del PP, PSOE, Podemos, etc, es para que, pase lo que pase, hagan o no hagan, trabajen o no trabajen, cualquiera de ellos, hombres o mujeres, del norte o del sur, obreros o catedráticos, puedan seguir cobrando tranquilamente aunque no aparezcan por su lugar de trabajo, a pesar de que existe por lo visto, el Art. 99 del reglamente del Congreso que contempla esta situación, pero les da igual, a la hora de la “pasta” por lo que se ve, todos se ponen de acuerdo. Todos, excepto los del partido de Albert Rivera, Ciudadanos, pocas veces habrá habido en política una ocasión tan propicia como ésta para destacarse y distanciarse.

Si en la más alta institución, en donde reside la soberanía del llamado pueblo, en la que, en teoría, estamos todos representados, se puede proceder de esta forma tan deshonesta, por calificarla de alguna manera, es que hemos perdido el sentido de la sensatez, seriedad, honradez, educación o como queramos definir a esa forma de vivir en la que se ha fundado nuestra civilización occidental.

Si ya era pobre la calificación que otorgábamos a nuestros políticos, después de esta reciente actuación en el Parlamento, no podemos más que reafirmamos en las mismas tristes impresiones; no les llega con tener unos privilegios y retribuciones exageradas, sobre todo en estos tiempos de penuria donde vemos lo precario de los salarios de nuestros, en muchos casos, altamente cualificados, trabajadores, si no que, votando en contra de esta muy lógica proposición de Ciudadanos, demuestran una vez más que carecen de los más elementales principios en los que se han asentado nuestra convivencia.

Aquí las cosas han ido funcionando, más o menos, porque la gente ha sido trabajadora, cumplidora, seria y honrada; el comerciante no ha pretendido cobrar una cosa que no ha entregado al cliente, el fontanero no ha permitido que le pagaran, con iva o sin iva, esol sí, el trabajo si no lo había hecho, el obrero no ha intentado cobrar su salario sin trabajar, pero esta gente, sí. Siempre hubo excepciones y mangantes, pero ahora ya los tenemos localizados.

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