Opinión

La leyenda negra de la estación del AVE en Ourense

Como si se hubiera contagiado del ambiente de crispación que inunda al país, la estación del AVE en Ourense, desde los tiempos del antiguo proyecto del arquitecto consorte orensano, Norman Foster, ha estado rodeada de una serie de críticas, comparaciones y controversias, que van más allá de lo que cabría esperar de un proyecto para una estación de ferrocarril que, al fin y al cabo, tiene como principal misión, que los viajeros suban y bajen de uno de los pocos trenes que llegan al día, lo más cómodo y rápido posible.

Si la ubicación de una estación, por su cercanía al centro de la ciudad, como es el caso de la de Vigo, se presta a incorporarle un centro comercial, o así, mejor que mejor, pero no es el caso de la de Ourense (Empalme) que ni siquiera está en la ciudad, está en El Puente, al otro lado del río Miño que, en tiempos, era otro municipio, por lo que incorporarle una actividad comercial de ese estilo, sería un fracaso. Compararle con la estación “Vialia” de Vigo, es como si comparamos el campo de fútbol del Couto con el de Balaídos. No pasa nada. Ourense es una ciudad más pequeña que Vigo, con sus ventajas y sus inconvenientes, eso lo sabemos todos, y las estructuras deben estar proporcionadas a la población que atienden.

Lo que pasa es que, sobre todo en lo relacionado con los proyectos ferroviarios, al menos en nuestro entorno, estamos tan acostumbrados al disparate, que cualquier cosa puede suceder.

De casualidad, me encuentro con unas declaraciones en La Región, concretamente, en la del día 13/12/2016, (el desconcierto, como vemos, viene de atrás) en las que, Íñigo de la Serna, el que era ministro de Fomento por aquellas fechas, refiriéndose a la tan disparatada variante exterior, decía textualmente: “Hay que reflexionar que si por cuatro minutos de tiempo de ahorro, merece la pena destinar 600 millones de euros, o si es mejor emplear esta inversión en otro fin...”. El entonces alcalde, señor Vázquez, le contestaba: “Ourense necesita esa variante exterior para dignificar la entrada de la Alta Velocidad no solo en la ciudad, sino en toda Galicia…”.

Es decir, disparate tras disparate, da la sensación de que, ni el uno ni el otro, se habían tomado la molestia de consultar los planos de ese delirante proyecto, (que ha sido además, la principal causa de los años de retraso de las obras del AVE a Ourense) donde comprobarían fácilmente que esa obra no era, como sería lógico pensar, para ganar tiempo, (de ahí la confusión del ministro). ¡Qué va¡ Todo lo contrario, ni consigue que el tren llegue antes, ni mucho menos, consigue la dignidad, lo que logra es añadir más kilómetros al recorrido, más curvas, más túneles y más viaductos, para llegar más tarde a la estación. No va más.

Porque dignidad no es precisamente lo que se consigue (todo por la maldita inversión, aunque sea para atentar contra el medio ambiente, las vías, el tren, los ciudadanos y el sentido común), obligando a los viajeros a realizar una excursión por parajes inhóspitos, aumentando el recorrido, con curvas, túneles y viaductos superfluos, cuando, pasado Taboadela, estarían a dos minutos del centro de la ciudad, de haber continuado las obras del AVE directamente, por el trazado natural, lógico y sensato. Y no me vengan con el rollo de que las vías dividen a la ciudad, porque irían soterradas hasta la estación de San Francisco.

Viendo las recientes fotografías y el vídeo que publicó La Región, me gustan las estaciones actuales, prácticas, sencillas y funcionales, tanto del AVE, como la de autobuses, (estéticamente, la cubierta de las dársenas de esta última, me parecería mejor que fuera como una prolongación de la del tren, de teja).

El problema no es de estaciones, el problema es que seguimos insistiendo en proyectos absurdos y perjudiciales, sí, rotundamente, perjudiciales, malos, negativos, para la gran mayoría de los ciudadanos, para el paisaje, para el tren, para la salud, sobre todo mental, porque seguimos esperando que alguien nos rebata estas afirmaciones-acusaciones, con argumentos que no sean los de ir dejando pasar el tiempo y ofrecernos el silencio como única respuesta, mientras seguimos con un trazado del siglo XIX para ir a Vigo, cuando con un tren convencional, ni siquiera nos haría falta un AVE, con otro trazado por el valle del Miño, podríamos tener esa ciudad y su aeropuerto a menos de una hora de Ourense, y a poco más, Oporto y Braga, porque, para estas distancias, el tren es la mejor alternativa. De verdad, ¿No podíamos estudiarlo? Tranquilamente, sin presiones, sin reproches, con buena voluntad.

¿Hay alguien ahí? Que se ponga, por favor.

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